Konstantin Alekseevich Korovin – Gurzuf evening. 1912
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La obra presenta una escena costera al atardecer, dominada por un amplio cuerpo de agua que ocupa casi dos tercios del lienzo. El mar, pintado con pinceladas sueltas y variadas tonalidades de azul y verde, sugiere movimiento y profundidad. La luz tenue del crepúsculo se refleja en la superficie, creando destellos irregulares y una atmósfera brumosa.
En primer plano, el autor ha colocado dos grupos de árboles oscuros y estilizados que enmarcan la vista hacia el puerto. Estos elementos vegetales, con su forma cónica y textura densa, contrastan fuertemente con la luminosidad del agua y añaden un sentido de intimidad a la composición.
El puerto mismo es un punto focal importante. Se distingue una embarcación roja, posiblemente un barco de vapor, que emite humo hacia el cielo, indicando actividad humana y transporte. A lo largo del muelle, se observan figuras pequeñas y difusas, probablemente personas, que sugieren una vida cotidiana en la costa.
En la lejanía, otro barco es visible, aunque menos definido, contribuyendo a la sensación de distancia y vastedad del mar. El horizonte está marcado por una línea montañosa tenue, que se funde con el cielo crepuscular.
La paleta de colores es relativamente sobria, con predominio de azules, verdes, ocres y tonos terrosos. La pincelada es expresiva y dinámica, transmitiendo la impresión de un momento fugaz capturado en el tiempo.
Subtextos potenciales:
La pintura podría interpretarse como una reflexión sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza. El puerto y las embarcaciones representan la actividad humana y su impacto en el entorno natural, mientras que el mar vasto e incontrolable simboliza la fuerza de la naturaleza. La luz tenue del atardecer puede evocar sentimientos de melancolía, nostalgia o reflexión sobre el paso del tiempo.
La presencia de figuras humanas a lo largo del muelle sugiere una vida social y comunitaria en la costa, pero su representación difusa y distante también podría indicar un sentido de soledad o alienación. La obra, en general, transmite una atmósfera contemplativa y poética, invitando al espectador a reflexionar sobre la belleza efímera de la naturaleza y la condición humana.