Paper lanterns. 1898 Konstantin Alekseevich Korovin (1861-1939)
Konstantin Alekseevich Korovin – Paper lanterns. 1898
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Pintor: Konstantin Alekseevich Korovin
Konstantin Alekseevich Korovin nació en la familia de un rico comerciante moscovita. Ingresó en la Escuela de Pintura de Moscú a los catorce años, más tarde intentó estudiar en la Academia de Artes de San Petersburgo, pero no lo terminó: no le gustaban los métodos de enseñanza. Además de ser un artista activo, Konstantin Alekseevich trabajó en el teatro. Trabajó en el teatro, diseñó muchos decorados para diversas obras y bocetos para el vestuario escénico. Su entusiasmo por las artes decorativas también afectó a su pintura: muchos de sus cuadros el autor los hizo "planos", desprovistos de volumen.
Descripción del cuadro "Linternas de papel" de Konstantin Korovin
Konstantin Alekseevich Korovin nació en la familia de un rico comerciante moscovita. Ingresó en la Escuela de Pintura de Moscú a los catorce años, más tarde intentó estudiar en la Academia de Artes de San Petersburgo, pero no lo terminó: no le gustaban los métodos de enseñanza. Además de ser un artista activo, Konstantin Alekseevich trabajó en el teatro. Trabajó en el teatro, diseñó muchos decorados para diversas obras y bocetos para el vestuario escénico.
Su entusiasmo por las artes decorativas también afectó a su pintura: muchos de sus cuadros el autor los hizo "planos", desprovistos de volumen. Korovin se vio muy influenciado por un viaje a París. Allí conoció la obra de los impresionistas y los simbolistas.
El cuadro "Linternas de papel" destaca entre otras obras por la deliberada luminosidad, el colorido y la jugosidad del artista, los contrastes potenciados. El lienzo tiene una altura muy alargada que permite colocar cómodamente la figura humana sobre él sin ensuciar el espacio con detalles innecesarios. El lienzo representa a una joven con una blusa roja brillante y una larga falda oscura que fluye en pliegues sueltos.
Anna Yakovlevna, la futura esposa de Konstantin Alekseevich, fue la modelo. Alta y elegante, la heroína enciende linternas chinas multicolores. Azul, naranja y carmesí, y rosa: cada farol tiene su propio y único color. Parece como si el pintor hubiera intentado intencionadamente reunir en un solo cuadro el mayor número posible de colores diversos y contrastados. Junto con el brillo escarlata saturado de los faroles de la chaqueta de raso, crean una oposición deliberada a la luz tranquila del cielo oscuro del fondo y al follaje verde oscuro que forma la sombra fría. Enfáticamente decorativa, esta obra también tiene claras referencias a las decoraciones escénicas de Korovin.
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En esta obra, se observa a una joven de espaldas al espectador, situada en lo que parece ser un porche o plataforma de madera. Viste un vestido oscuro y una camisa roja vibrante, complementado con un tocado blanco. La figura sostiene dos linternas de papel rojas en sus manos; otras dos, una rosa y otra azul decorada con flores, yacen sobre el suelo a sus pies.
El tratamiento de la luz es notablemente contrastado. El fondo está sumido en una oscuridad profunda que sugiere un ambiente nocturno o crepuscular. Las linternas, sin embargo, emiten un resplandor cálido y difuso que ilumina parcialmente a la joven y el área inmediata circundante. Este contraste acentúa la figura central y atrae la atención del observador hacia ella.
La pincelada es suelta e impresionista, con trazos visibles que sugieren movimiento y una atmósfera efímera. La vegetación en el fondo, aunque poco definida, aporta un sentido de profundidad y encierro.
Subtextos potenciales: La presencia de las linternas podría simbolizar la guía, la esperanza o la iluminación en medio de la oscuridad. El gesto de la joven, sosteniendo las linternas, puede interpretarse como una ofrenda, una preparación para un ritual o simplemente el cumplimiento de una tarea cotidiana. Su mirada hacia adelante, aunque no visible directamente, sugiere una anticipación o un propósito determinado. La combinación de colores –el rojo intenso del vestido y las linternas contra el fondo oscuro– crea una tensión visual que podría aludir a la pasión, la vitalidad o incluso un peligro latente. El ambiente general evoca una sensación de intimidad y misterio, invitando a la reflexión sobre la naturaleza de la luz y la sombra en la vida humana. La escena se percibe como un momento fugaz capturado, cargado de simbolismo y emoción sutil.