Ilya Repin – Go behind me, Satan
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La obra presenta una escena dramática y cargada de simbolismo. En primer plano, se distingue una figura femenina vestida con ropas claras, casi blancas, que parece apartarse o rechazar a otra entidad oscura y amenazante. La mujer, con un halo sutil alrededor de su cabeza, extiende la mano en un gesto firme de repulsión. Su postura sugiere vulnerabilidad, pero también determinación.
La figura opuesta es radicalmente diferente. Se trata de una criatura imponente, posiblemente alada, envuelta en sombras y colores oscuros –negros y rojizos– que evocan el fuego y la destrucción. Sus rasgos son grotescos y aterradores; se percibe una forma humanoide distorsionada con elementos bestiales, como cuernos o garras. De su cuerpo emana un flujo de materia incandescente, posiblemente sangre o lava, que contrasta fuertemente con la palidez de la figura femenina.
El terreno sobre el cual se desarrolla la confrontación es desolado y hostil. Se observa una superficie rocosa y oscura, salpicada de brasas y fragmentos incandescentes. El fondo es difuso y nebuloso, lo que acentúa la sensación de aislamiento y peligro. La iluminación es tenue e irregular, con fuertes contrastes entre las zonas iluminadas –la figura femenina– y las áreas sumidas en la oscuridad –la criatura demoníaca–.
Subtextos potenciales:
La pintura parece explorar el tema de la lucha entre el bien y el mal, o más específicamente, la resistencia a una fuerza corruptora. La mujer podría representar la pureza, la fe o la virtud amenazada por una entidad maligna que intenta seducirla o destruirla. El gesto de rechazo sugiere un acto de voluntad y autoafirmación frente al poder del pecado o la tentación.
La representación visual de la criatura oscura como algo monstruoso y repulsivo refuerza la idea de su naturaleza inherentemente negativa. La sangre o lava que emana de su cuerpo podría simbolizar el sufrimiento, la violencia o la pérdida de inocencia. El paisaje desolado enfatiza la gravedad de la situación y las consecuencias devastadoras de sucumbir a la influencia maligna.
La obra no ofrece una resolución clara; se presenta un momento de tensión y conflicto, dejando al espectador con la incertidumbre sobre el resultado final de esta batalla espiritual. La palidez de la figura femenina frente a la oscuridad abrumadora sugiere que la lucha es ardua y requiere un gran esfuerzo para mantener la integridad moral.