Horses on the beach. 1905 Valentin Serov (1865-1911)
Valentin Serov – Horses on the beach. 1905
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Pintor: Valentin Serov
Pintado en 1905 en óleo sobre lienzo, el cuadro pertenece a la obra tardía del artista. Serov era un maestro del retrato y del paisaje. Muchos lienzos con la representación de personajes políticos. Estilo en la pintura: realismo. Pintó en la orilla del Golfo de Finlandia, donde su familia había comprado una casa de campo. A Serov le gustaba este lugar cuando pasaba por el Golfo de Finlandia en el verano de 1899.
Descripción del cuadro de Valentin Serov "Caballos en la orilla del mar".
Pintado en 1905 en óleo sobre lienzo, el cuadro pertenece a la obra tardía del artista.
Serov era un maestro del retrato y del paisaje. Muchos lienzos con la representación de personajes políticos.
Estilo en la pintura: realismo.
Pintó en la orilla del Golfo de Finlandia, donde su familia había comprado una casa de campo. A Serov le gustaba este lugar cuando pasaba por el Golfo de Finlandia en el verano de 1899. Dos años más tarde compró una parcela en la que había una casa.
Aquí es donde la familia de Serov venía a menudo durante los meses de verano. Este lugar le sirvió de inspiración y consuelo. Los caballos siempre han sido los favoritos de los artistas, porque representan el poder, la gracia y la bondad.
Durante miles de años han sido un amigo fiel y de confianza para el hombre. Representar a los caballos, como a las personas, es un trabajo muy difícil para un artista. En un cuadro de Serov se ven caballos en un abrevadero, como si estuvieran vivos. Un movimiento de la cola de uno de ellos añade realismo al paisaje. Los caballos están representados con líneas refinadas, lo que era una característica fuerte del artista. Barcos con velas navegan a lo lejos por el Golfo de Finlandia.
El cuadro no se distingue por un derroche de color, sino que está lleno de tranquilidad y contemplación. La bahía está representada en una combinación de tonos azules, violetas, blancos y grises que reflejan la frialdad de la superficie del agua. En algún lugar de la distancia, a través de una ligera bruma, se pueden ver montañas.
Serov retrata el cielo con colores distintos a los habituales. No utiliza los tonos habituales de azul y blanco. Sus colores son peculiares. El cuadro crea la impresión de unidad general de los elementos de agua y aire, sólo el horizonte rompe esta integridad.
El cuadro está guardado en el Museo de San Petersburgo.
Serov ha dejado para nuestro país un importante patrimonio cultural. Incluso en sus últimos años de creatividad, cuando Serov tenía que estar mucho en la ciudad, cumpliendo pedidos, no abandonó su amor por los paisajes rurales y la naturaleza.
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En esta obra, el autor presenta una escena costera dominada por tres caballos en primer plano y un vasto paisaje marino como telón de fondo. Los animales se encuentran sobre una franja de tierra oscura, posiblemente arena húmeda o barro, con sus cuerpos reflejados tenuemente en el agua que los rodea. La paleta cromática es terrosa y apagada, predominando tonos ocres, marrones y azules grises.
Los caballos no exhiben una interacción evidente entre sí; parecen absortos en su propio espacio, uno de ellos inclinado hacia el suelo como si pastara o descansara. Esta disposición sugiere un momento de quietud y soledad, a pesar de la presencia de otros congéneres. La pincelada es visible y expresiva, con trazos gruesos que aportan textura y dinamismo a la composición, especialmente en la representación del agua y el cielo.
El horizonte marino se difumina, con algunos veleros apenas perceptibles a la distancia, lo que acentúa la sensación de inmensidad y aislamiento. La luz es suave y difusa, sin sombras marcadas, creando una atmósfera melancólica y contemplativa.
Subyacentemente, la pintura podría interpretarse como una reflexión sobre la libertad y el instinto animal en contraposición a la vastedad impersonal de la naturaleza. Los caballos, símbolos tradicionales de fuerza y vitalidad, se muestran aquí en un estado de vulnerabilidad y conexión con su entorno natural. La ausencia de figuras humanas refuerza esta idea, sugiriendo que los animales existen en un plano diferente al del mundo civilizado. El reflejo distorsionado de los caballos en el agua podría simbolizar la naturaleza efímera de la existencia o una dualidad entre lo real y lo percibido.