Iphigenia in Tauris. 1893 Valentin Serov (1865-1911)
Valentin Serov – Iphigenia in Tauris. 1893
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Pintor: Valentin Serov
El argumento del cuadro se basa en la leyenda de la hija del rey griego Agamenón, Ifigenia, que fue sacrificada a Atenea, la diosa de la guerra. En la Ilíada de Homero, encontramos que los griegos, deseosos de ganar la guerra de Troya de diez años de duración, sacrificaron a sus hijas para complacer los caprichos de los dioses. Como uno de los iniciadores de la campaña a Troya, Agamenón no pudo rechazar el destino de su hija y la colocó en el altar de Atenea Pallada.
Descripción del cuadro Ifigenia en Tauris de Valentin Serov
El argumento del cuadro se basa en la leyenda de la hija del rey griego Agamenón, Ifigenia, que fue sacrificada a Atenea, la diosa de la guerra. En la Ilíada de Homero, encontramos que los griegos, deseosos de ganar la guerra de Troya de diez años de duración, sacrificaron a sus hijas para complacer los caprichos de los dioses.
Como uno de los iniciadores de la campaña a Troya, Agamenón no pudo rechazar el destino de su hija y la colocó en el altar de Atenea Pallada. Admirando la belleza de la chica, la diosa no quiso aceptar el regalo. Sustituyendo a la niña por una cierva, la llevó a Tauris, donde se convirtió en una de las sacerdotisas del templo de Atenea.
El cuadro de Serov representa a Ifigenia tras su llegada a las costas de Tauris. La chica se sienta en una roca junto a la orilla y mira pensativa hacia la interminable distancia. El espectador no puede ver su rostro, por lo que no se puede saber si está llorando por los seres queridos perdidos o si está royendo su soledad. El cuerpo de la niña está vestido de blanco, lo que corresponde plenamente a su posición de sacerdotisa inocente en el templo. La costumbre de la época es que el pelo de Ifigenia se recoja en la nuca.
La naturaleza virgen que rodea a la muchacha es hermosa: el Mar Negro hace espuma a sus pies, el cielo sobre su cabeza es de un azul resplandeciente, los acantilados inexpugnables se alzan tras ella. El mar y el cielo se funden en un todo, el ojo desnudo apenas puede distinguir el borde del agua de las nubes y la línea del horizonte.
No hay ni una sola alma viva en la orilla e Ifigenia puede temer por su involuntaria paz. No está claro si esto le agrada a la chica o no; su destino está ligado a partir de ahora y para siempre a estos lugares desolados tan distintos de su amada patria.
El cuadro fue creado en 1893, ha sido restaurado muchas veces y se conserva en el Museo Estatal de Bellas Artes de la República de Tatarstán. Es un ejemplo sorprendente del trabajo de los artistas itinerantes.
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La obra presenta una escena costera dominada por un cielo plomizo y un mar agitado. El autor ha empleado una paleta de colores fríos, con predominio del azul grisáceo y tonos terrosos en la arena, lo que contribuye a crear una atmósfera melancólica y sombría.
En primer plano, se observa la figura solitaria de una mujer sentada sobre la playa. Viste un vestido blanco que contrasta sutilmente con el entorno oscuro, aunque no logra disipar completamente la sensación de opresión visual. Su postura es introspectiva; su espalda está vuelta al espectador y su mirada se dirige hacia el horizonte marino. Esta disposición sugiere un estado de reflexión profunda o quizás una angustia silenciosa.
El mar, representado con pinceladas vigorosas que capturan el movimiento de las olas, simboliza la inmensidad e imprevisibilidad del destino. La costa rocosa a la derecha actúa como un elemento protector y al mismo tiempo limitante, reforzando la idea de encierro o aislamiento.
La luz tenue y difusa no ilumina completamente la escena; más bien, acentúa las sombras y crea una sensación de misterio. El tratamiento de la figura humana, reducida a su mínima expresión, enfatiza su vulnerabilidad frente a la fuerza implacable de la naturaleza. Se percibe un fuerte simbolismo relacionado con el exilio, la espera o la confrontación con lo inevitable. La ausencia de otros elementos narrativos invita al espectador a proyectar sus propias interpretaciones sobre la situación representada y a reflexionar sobre temas como la soledad, la pérdida y la búsqueda de sentido en medio de la adversidad.