Portrait MF Morozova. 1897 Valentin Serov (1865-1911)
Valentin Serov – Portrait MF Morozova. 1897
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Pintor: Valentin Serov
La primera obra de una serie de retratos de los Morozov, los famosos ricos de Rusia, fue un lienzo de Serov que representaba a la anciana María Fiódorovna. El retrato fue realizado en 1897. ¿Qué tiene de interesante la imagen de la mujer rusa más rica? М. F. Morozova se sitúa en el centro del retrato sobre un fondo gris neutro no uniforme. La figura de la mujer está sentada en un sillón. Se nota el dorado del respaldo y el suave terciopelo del tapizado azul oscuro.
Descripción del cuadro de Valentin Serov "Retrato de M. F. Morozova".
La primera obra de una serie de retratos de los Morozov, los famosos ricos de Rusia, fue un lienzo de Serov que representaba a la anciana María Fiódorovna. El retrato fue realizado en 1897. ¿Qué tiene de interesante la imagen de la mujer rusa más rica?
М. F. Morozova se sitúa en el centro del retrato sobre un fondo gris neutro no uniforme. La figura de la mujer está sentada en un sillón. Se nota el dorado del respaldo y el suave terciopelo del tapizado azul oscuro. Lleva un vestido negro, cuyos contornos son indistintos. La oscura masa de tela parece abrumar a la figura, tirando ominosamente desde algún lugar de abajo. El color negro confiere a la imagen cierta monumentalidad, seriedad y significación.
Los volantes del cuello de la prenda son paradójicos: se asemejan a divertidos volantes y tienen un aspecto cómico y absurdo en una mujer madura. Su pelo gris está cuidadosamente recogido detrás de un pañuelo atado en un moño, que también parece ligeramente inapropiado y ridículo. Las manos de la heroína descansan en su regazo, sosteniendo sus gafas.
El rostro es la pieza central de la imagen. En ella notamos una cierta desproporción. El ojo derecho está ligeramente cerrado, mientras que el ojo izquierdo mira intensamente y con desprecio al frente, al espectador. En el rostro de Morozova se aprecia la determinación y la disposición a alcanzar su objetivo contra viento y marea.
Se puede sentir la antipatía del artista hacia el millonario. Es como si estuviera convencido de las formas deshonestas de conseguir su inmensa riqueza. No hay luz ni contenido espiritual en su intimidante, aunque algo patética, figura.
"Una anciana robusta e inteligente", como el autor del retrato llamó audazmente a María Fiódorovna. Esta "madre" de ricos propietarios de fábricas y comerciantes es claramente prepotente, no sólo con sus trabajadores sino también con sus propios hijos y su marido, Timofey Savvich.
El fondo descuidado se distingue del trabajo detallado de las expresiones faciales y los detalles. Serov ha conseguido describir un carácter distintivo en una paleta de colores limitada.
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En este óleo sobre lienzo se presenta a una mujer de mediana edad, sentada en lo que parece ser un sillón tapizado con un tejido dorado o amarillento. La figura ocupa la mayor parte del espacio pictórico, recortándose contra un fondo neutro y difuso de tonalidades grises verdosas.
La mujer viste un atuendo oscuro, probablemente de luto, caracterizado por una compleja ornamentación en el cuello y los hombros que sugiere un vestido o chal elaborado. Un pequeño adorno floral, posiblemente una cinta o broche, se distingue en su cabello recogido. En sus manos sostiene un objeto pequeño y oscuro, cuya forma es difícil de precisar con exactitud, pero podría tratarse de un abanico plegado o un pañuelo.
La mirada de la retratada es directa al espectador, aunque no resulta desafiante; más bien transmite una sensación de serenidad y cierta melancolía. Su rostro muestra las marcas del tiempo, con arrugas que sugieren experiencia y quizás preocupación. La pincelada es suelta y expresiva, especialmente visible en la representación de los tejidos y el fondo, lo que confiere a la obra un carácter dinámico e informal.
La paleta cromática se centra en tonos oscuros y apagados, con predominio del negro, el gris y el ocre. La luz incide sobre el rostro y las manos de la mujer, resaltando su figura y creando contrastes sutiles que enfatizan su presencia.
Subyace a la representación una atmósfera de intimidad y recogimiento. El vestuario oscuro y la expresión facial sugieren un estado emocional complejo, posiblemente relacionado con la pérdida o el duelo. La sencillez del fondo y la ausencia de elementos distractores dirigen toda la atención hacia la figura humana, invitando al espectador a reflexionar sobre su interioridad y su historia personal. Se percibe una intención por parte del autor de capturar no solo la apariencia física de la retratada, sino también su carácter y sus sentimientos más profundos. La composición, aunque aparentemente simple, resulta equilibrada y armoniosa, transmitiendo una sensación de dignidad y fortaleza.