Twilight 1883 118h75 Ivan Ivanovich Shishkin (1832-1898)
Ivan Ivanovich Shishkin – Twilight 1883 118h75
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Pintor: Ivan Ivanovich Shishkin
Los árboles de los cuadros de Ivan Shishkin son especialmente majestuosos y monumentales. A través de ellos, el famoso artista, maestro de los paisajes boscosos, transmite toda la grandeza del bosque. En este sentido, el cuadro "Crepúsculo" no es una excepción. Además, el bosque representado en la penumbra lo hace más misterioso y enigmático, como en principio debería ser. En este cuadro, Shishkin no cambió su estilo.
Descripción del cuadro "Crepúsculo" de Ivan Shishkin.
Los árboles de los cuadros de Ivan Shishkin son especialmente majestuosos y monumentales. A través de ellos, el famoso artista, maestro de los paisajes boscosos, transmite toda la grandeza del bosque. En este sentido, el cuadro "Crepúsculo" no es una excepción. Además, el bosque representado en la penumbra lo hace más misterioso y enigmático, como en principio debería ser.
En este cuadro, Shishkin no cambió su estilo. Sólo ha perfeccionado la imagen que da a sus paisajes. La imagen romántica del bosque al atardecer se ha vuelto más expresiva. Aquí también consiguió mantener la unidad de tonalidad.
El sendero, húmedo y mojado, conduce desde el bosque de pinos (los paisajes de Shishkin están dominados por robles y pinos poderosos, fuertes y monumentales) hasta el límite del bosque. En la distancia el horizonte amarillo, que se desvanece en el cielo azul transparente del verano. En general, Shishkin retrata mucha fundamentalidad y permanencia, y en la mayoría de los casos, el bosque está representado en su floración estival.
La representación natural y detallada de la tierra desprende humedad, que se puede sentir visualmente gracias a la habilidad del pintor.
El cuadro "Crepúsculo" se caracteriza por la profundidad de la "absorción por la naturaleza". Desde el bosque y su linde hasta el horizonte al anochecer hay una profundidad seductora que asusta un poco, pero que en general inspira. El gran espacio que se abre con un hueco entre los árboles ha resultado ser holístico. El crepúsculo no está sólo en el horizonte. Su color amarillo-rojo se refleja también en el primer plano, en el agua del suelo del bosque. En el primer plano, gracias a la ligera mano del autor, también se puede sentir la dispersión de la luz, característica del crepúsculo. Esta iluminación incompleta es la base de la representación romántica que hace Shishkin del bosque al atardecer.
Para retratar el bosque de esta manera hay que conocerlo y amarlo. Este fue probablemente el secreto de la inspiración del gran paisajista ruso.
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La obra presenta una densa arboleda de pinos que se elevan verticalmente, dominando casi por completo el campo visual. El autor ha empleado una paleta de verdes oscuros y marrones terrosos para representar los troncos y las copas de los árboles, creando una sensación de profundidad y misterio. La luz tenue del crepúsculo penetra a través de los espacios entre los pinos, iluminando selectivamente el suelo del bosque y generando un contraste dramático con las áreas sombrías.
En primer plano, se observa un pequeño charco o remanso que refleja vagamente la luz dorada del cielo, duplicando parcialmente la atmósfera crepuscular. La superficie irregular del terreno sugiere una reciente lluvia o humedad persistente. Algunos troncos caídos y vegetación baja completan la composición en esta zona.
El horizonte, visible a través de los árboles más distantes, se presenta como una línea difusa de luz anaranjada y dorada que insinúa un paisaje abierto más allá del bosque. La pincelada es detallista pero no excesivamente pulida; el artista parece priorizar la captura de la atmósfera y la textura natural sobre la precisión fotográfica.
Subtextos potenciales:
La pintura evoca una sensación de soledad, quietud y melancolía. El crepúsculo, como momento liminal entre el día y la noche, puede simbolizar la transición, la reflexión o incluso un cierto grado de incertidumbre. La densidad del bosque sugiere aislamiento y la introspección que este entorno podría inspirar.
La luz tenue y los tonos oscuros contribuyen a una atmósfera contemplativa, invitando al espectador a sumergirse en el silencio y la serenidad del paisaje. El reflejo en el agua puede interpretarse como un símbolo de la dualidad o la introspección, sugiriendo que la belleza se encuentra tanto en lo visible como en lo oculto. La obra no presenta figuras humanas ni elementos narrativos explícitos; su fuerza reside en la representación evocadora de la naturaleza y las emociones asociadas a ella.