Boyar Morozova Vasily Ivanovich Surikov (1848-1916)
Vasily Ivanovich Surikov – Boyar Morozova
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Pintor: Vasily Ivanovich Surikov
Ubicación: The State Tretyakov Gallery, Moscow (Государственная Третьяковская галерея).
El cuadro de V. Surikov "Boyarina Morozova" es famoso por su tamaño gigantesco y fue pintado por el artista en 1887, representando una escena del periodo del cisma eclesiástico en el siglo XVII. El tema fue pintado recordando los años de su infancia pasados en Siberia, donde hacía un frío glacial. En este lienzo, Surikov presentó la imagen triunfal de una mujer intacta que es llevada al ostrog. En el centro del cuadro se ve a una boyarina, ricamente vestida, con un abrigo de terciopelo, montada en un trineo. Sus rasgos son duros y sin sangre, el brillo febril de sus ojos muestra la gravedad de su situación.
Descripción del cuadro de Vasily Surikov "Boyarynya Morozova".
El cuadro de V. Surikov "Boyarina Morozova" es famoso por su tamaño gigantesco y fue pintado por el artista en 1887, representando una escena del periodo del cisma eclesiástico en el siglo XVII. El tema fue pintado recordando los años de su infancia pasados en Siberia, donde hacía un frío glacial. En este lienzo, Surikov presentó la imagen triunfal de una mujer intacta que es llevada al ostrog.
En el centro del cuadro se ve a una boyarina, ricamente vestida, con un abrigo de terciopelo, montada en un trineo.
Sus rasgos son duros y sin sangre, el brillo febril de sus ojos muestra la gravedad de su situación. Está encadenada y tiene las manos atadas. Gritando palabras de despedida a la multitud con la mano levantada en el aire, demuestra lo locamente dedicada que está a su fe y que no la vendería por nada, y la gente se compadece de ella y revive su tragedia. Algunos se inclinan ante ella y otros en la multitud piensan que es una loca.
Vestido de forma desaliñada y sucia, el tonto ve a la mujer con lástima. Jugando con el contraste de los diferentes destinos, el artista ha representado entre la multitud de gente del pueblo mal vestida, a un tonto pobre y sucio, que ve a la boyarina partir hacia su último viaje. El artista se ha representado a sí mismo como un viajero que recorre los pueblos y ciudades.
A la derecha de Morozova se encuentra su hermana, cubierta con un chal blanco bordado, animada a repetir un acto similar. Hay muchos rusos en el cuadro, entre los que hay quienes se muestran a la vez insatisfechos y comprensivos con su hazaña, riéndose maliciosamente a su paso. El sentido de la naturaleza está maravillosamente expresado: la profunda marca que dejan los patines en la nieve suelta, un día de invierno húmedo, la nieve embarrada.
El artista retrató este cuadro con la oprimida disidente Boyarina Morozova en la imagen triunfal de la mujer intacta, lo que permite al espectador sentir toda la tragedia de esta acción y sentir el inquieto destino del pueblo ruso de profunda devoción.
El cuadro fue comprado por 25 mil rublos en 1887, donde permanece hasta hoy.
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La escena representada exhibe un marcado contraste entre figuras y ambiente. El primer plano está dominado por una mujer sentada sobre lo que parece ser una rudimentaria camilla o trineo, siendo transportada a través de un paisaje invernal cubierto de nieve. Su vestimenta oscura y pesada contrasta fuertemente con el blanco del entorno, acentuando su presencia como figura central. Su rostro, aunque no completamente visible, transmite una expresión de estoicismo y determinación.
A su alrededor se agrupa una multitud heterogénea. Se distinguen hombres vestidos con abrigos largos y sombreros de piel, algunos acompañándola en el transporte, otros observando desde la distancia. La presencia de figuras arrodilladas sugiere un acto de reverencia o súplica. En el lado derecho del cuadro, se observa una estructura de madera que podría ser una vivienda o edificio público, con personas asomándose y participando visualmente en la escena.
El tratamiento pictórico es vigoroso, con pinceladas gruesas y empastadas que enfatizan la textura de la nieve y la ropa. La paleta cromática se centra en tonos fríos – grises, blancos, marrones oscuros – interrumpidos por destellos de color en los abrigos y sombreros.
Subtextualmente, la pintura sugiere un evento de gran importancia social o religiosa. El transporte forzado de la mujer, junto con las reacciones emocionales de la multitud (reverencia, curiosidad, posible oposición), apunta a una situación de conflicto o persecución. La figura femenina parece ser objeto de atención y juicio público. La arquitectura en el fondo, con sus formas distintivas, podría indicar un contexto urbano o religioso específico, aunque no se puede determinar con certeza sin información adicional.
El artista ha logrado capturar la tensión dramática del momento, transmitiendo una sensación de opresión y resistencia a través de la composición, el uso del color y la representación de las figuras humanas. La escena evoca temas de fe, poder y sacrificio personal en un entorno hostil.