Diego Rodriguez De Silva y Velazquez – Vista del jardín de la Villa Medici de Roma
Ubicación: Prado, Madrid.
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La obra presenta una vista enmarcada por elementos arquitectónicos y vegetación exuberante. El espectador se sitúa presumiblemente dentro de un espacio cubierto, posiblemente un pórtico o galería abierta, que actúa como proscenio para el paisaje exterior. Dos figuras humanas, una de pie y otra inclinada, sugieren la presencia de observadores contemplando la escena.
El jardín, visible a través de los arcos, se caracteriza por una densa arboleda de cipreses y otros árboles altos que dominan la composición. La vegetación es tratada con pinceladas sueltas y un marcado contraste entre luces y sombras, lo cual confiere profundidad y dinamismo al conjunto. Se percibe una cierta atmósfera melancólica, acentuada por los tonos oscuros predominantes y la sutil difuminación de los contornos.
La arquitectura del primer plano, con sus columnas y muros, establece un límite formal entre el espacio íntimo del observador y la vastedad del paisaje. Esta delimitación podría interpretarse como una reflexión sobre la relación entre la naturaleza y la cultura, o entre lo artificial y lo salvaje. La presencia de las figuras humanas introduce un elemento narrativo implícito: se intuye una experiencia contemplativa, quizás relacionada con el disfrute estético o la búsqueda de inspiración en la belleza natural.
La perspectiva aérea utilizada por el autor permite apreciar la extensión del jardín y la lejanía de los elementos paisajísticos. Sin embargo, la atención se centra principalmente en la interacción entre la luz y la sombra, que modela las formas y crea una sensación de misterio. La paleta cromática limitada, con predominio de verdes oscuros, marrones y grises, refuerza el carácter introspectivo de la obra y sugiere un ambiente sereno y contemplativo. En general, se trata de una representación paisajística que invita a la reflexión sobre la naturaleza, la percepción y la experiencia humana en relación con el entorno.