surprise. 1871 Vasily Vereshchagin (1842-1904)
Vasily Vereshchagin – surprise. 1871
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Pintor: Vasily Vereshchagin
El cuadro Atacado sin saber fue pintado por el artista en 1871. La obra es uno de los siete estudios de lucha desigual entre un destacamento ruso y sus enemigos. Es una verdadera pintura de batalla, que transmite una atmósfera de miedo y dolor. El artista intentó mostrar la fortaleza del soldado ruso. A pesar de la minoría numérica, afirman con orgullo su derecho a ser llamados soldados. Inesperadamente, en medio del valle de la montaña, estalla esta sangrienta lucha.
Descripción del cuadro de Vasily Vereshchagin "Ataque por sorpresa".
El cuadro Atacado sin saber fue pintado por el artista en 1871. La obra es uno de los siete estudios de lucha desigual entre un destacamento ruso y sus enemigos. Es una verdadera pintura de batalla, que transmite una atmósfera de miedo y dolor.
El artista intentó mostrar la fortaleza del soldado ruso. A pesar de la minoría numérica, afirman con orgullo su derecho a ser llamados soldados. Inesperadamente, en medio del valle de la montaña, estalla esta sangrienta lucha. Las tropas enemigas galopan en sus caballos con sus espadas desenvainadas. Pero el puñado de combatientes no se asusta en absoluto. Por el contrario, los hombres están unidos y listos para ofrecer su último rechazo al enemigo.
Vereshchagin supo transmitir este importante momento. En el rostro de cada soldado ruso se puede ver el miedo no disimulado, pero el valor no le permite huir y esconderse entre las rocas. El enemigo en una línea sólida que se extiende sobre el horizonte avanza sobre el pequeño grupo. Vemos cómo se alzan las armas y los estandartes sobre las cabezas de los desesperados jinetes. Los combatientes rusos salen corriendo de sus tiendas para ayudar a sus fieles camaradas. Ya hay las primeras víctimas, alguien en este mismo momento está siendo asesinado bajo los cascos de un caballo.
La naturaleza en este día es brillante y tranquila. Los picos de las montañas están cubiertos por una ligera bruma y el cielo es azul. Parece que sólo hay paz y un hermoso paisaje en la distancia. En primer plano, una batalla sangrienta y la hierba amarillenta bajo los pies de los soldados. Las cumbres están cubiertas de nieve y no presagian nada malo; duermen tranquilamente y no les interesa la guerra que se desarrolla abajo.
Esta es la impresión general de la Guerra del Turquestán del autor. La trama no conlleva ningún hecho histórico. Este tipo de situaciones se daban en todas partes durante ese periodo.
Los historiadores han estudiado este cuadro muchas veces, pero nunca han encontrado autenticidad en la carnicería retratada. Pero no es eso lo que el autor quería transmitir, sino retratar la valentía y el patriotismo del soldado ruso. Que no puede ser roto, incluso cuando miles de tropas del enemigo se acercan.
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La obra presenta una escena bélica de gran dinamismo y tensión. En primer plano, un grupo numeroso de soldados, uniformados con atuendos blancos y rojos distintivos, se encuentra en plena acción ofensiva. Su disposición sugiere un ataque repentino; las armas apuntan hacia adelante, los rostros concentrados y la postura agresiva denotan una embestida decidida.
El terreno sobre el que avanzan es árido, con vegetación escasa y tonalidades ocres que evocan un paisaje inhóspito. En el fondo, se alzan montañas imponentes cubiertas de nieve, lo cual contrasta fuertemente con la actividad frenética en primer plano y acentúa la sensación de aislamiento y peligro.
A medida que la vista se desplaza hacia la derecha, se percibe un grupo de jinetes que cabalgan a gran velocidad, posiblemente persiguiendo o huyendo del ataque principal. La presencia de banderas ondeando sugiere una confrontación entre fuerzas organizadas. En el suelo, dispersos y en primerísimo plano, yacen cuerpos inertes, testimonio silencioso de la violencia del combate.
La paleta cromática se centra en tonos terrosos, blancos y rojos, con un uso sutil del azul en las montañas lejanas. La luz parece incidir directamente sobre los soldados atacantes, resaltando su figura y creando sombras marcadas que enfatizan el dramatismo de la escena.
Subtextualmente, la pintura podría interpretarse como una representación de la imprevisibilidad de la guerra y la fragilidad de la vida humana. El ataque sorpresivo sugiere un elemento de caos y desorden, mientras que los cuerpos caídos recuerdan el alto costo del conflicto. La vastedad del paisaje circundante puede simbolizar la insignificancia del individuo frente a las fuerzas implacables de la naturaleza y la historia. Se intuye una narrativa de conquista o defensa en un territorio remoto, posiblemente con implicaciones políticas o coloniales. La obra no glorifica el combate; más bien, expone su brutalidad y sus consecuencias devastadoras.