The Red Vineyards in Arles Vincent van Gogh (1853-1890)
Vincent van Gogh – The Red Vineyards in Arles
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Pintor: Vincent van Gogh
Ubicación: Pushkin State Museum, Moscow (ГМИИ им. Пушкина).
Posteriormente, el gran artista Vincent van Gogh, que en vida no fue nada apreciado por sus compatriotas, vendió un solo cuadro, cuyo valor ascendía a 400 francos, lo que para un pobre artista indigente era una fortuna. El precio del cuadro tenía un título intrigante: "Viñedos rojos en Arles" y hasta la fecha el precio del cuadro ha superado los 90 millones de dólares. La historia del cuadro es la siguiente: Sin ningún éxito entre la crítica y el público local, Wag Gogh no desesperó, sino que siguió pintando cuadro tras cuadro, con la esperanza de que el siguiente cuadro le trajera seguramente buena fortuna y fama.
Descripción del cuadro de Vincent van Gogh Los viñedos rojos de Arles
Posteriormente, el gran artista Vincent van Gogh, que en vida no fue nada apreciado por sus compatriotas, vendió un solo cuadro, cuyo valor ascendía a 400 francos, lo que para un pobre artista indigente era una fortuna. El precio del cuadro tenía un título intrigante: "Viñedos rojos en Arles" y hasta la fecha el precio del cuadro ha superado los 90 millones de dólares.
La historia del cuadro es la siguiente:
Sin ningún éxito entre la crítica y el público local, Wag Gogh no desesperó, sino que siguió pintando cuadro tras cuadro, con la esperanza de que el siguiente cuadro le trajera seguramente buena fortuna y fama. Pero no fue así y los lienzos se fueron acumulando en su destartalado piso mientras él seguía pintando, prefiriendo pintar del natural, creyendo, con razón, que al llegar a casa muchos de los colores se perderían en la memoria y sería difícil recuperarlos.
Un día de 1888, Van Gogh se fue a pintar al campo como de costumbre y no regresó hasta el final de la tarde. Mientras el carruaje se dirigía a su casa, Van Gogh vio de repente que el sol poniente golpeaba el viñedo y convertía las hojas en un resplandor rojo y la gente y la tierra a su alrededor en brillantes puntos violetas y azules. El cielo, en cambio, se volvió completamente amarillo.
Inmediatamente ordenó al conductor que detuviera el caballo, el artista se bajó del carro y comenzó a pintar el paisaje, tratando de capturar el momento que tanto abrumaba su imaginación. Ha nacido el Viñedo Rojo de Arles. Los críticos y los no interesados en la obra del artista intentaron burlarse de este cuadro, diciendo que todo lo que aparece en él no es natural, aunque qué puede ser más bello y natural que el trabajo de un simple campesino en el atardecer.
La luz verde y amarilla del sol convierte las hojas de parra del primer plano en un resplandor carmesí. La tierra se vuelve negra, casi púrpura, como la ve el artista. Para los que siguen diciendo que no es natural, sólo hay que salir de casa de vez en cuando y admirar la puesta de sol, que añade una magia única a su entorno.
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La obra presenta una extensa extensión de viñedos bajo un cielo ocre y amarillento, con un sol prominente que irradia luz hacia el horizonte. El color rojo domina la composición, manifestándose en las vides, los caminos entre ellas y las figuras humanas trabajando en la cosecha. La pincelada es gruesa, empastada y direccional, creando una textura vibrante y casi palpable.
En primer plano, se distinguen varias personas dedicadas a recolectar uvas. Sus siluetas, aunque reconocibles, están simplificadas y fusionadas con el entorno, sugiriendo un trabajo arduo y repetitivo. La disposición de las figuras no parece seguir una lógica compositiva estricta; más bien, parecen dispersas en el campo, enfatizando la vastedad del viñedo y la escala del esfuerzo colectivo.
El horizonte se difumina entre los árboles y algunas construcciones rústicas, lo que contribuye a una sensación de profundidad limitada y un enfoque en el espacio inmediato de la cosecha. La luz solar intensa proyecta sombras cortas y distorsionadas, acentuando la intensidad del calor y la atmósfera rural.
Subtextos potenciales:
La obra podría interpretarse como una representación de la laboriosidad humana en contacto directo con la naturaleza. El color rojo intenso, además de evocar la uva madura, puede simbolizar la pasión, el esfuerzo físico e incluso el sacrificio inherente al trabajo agrícola. La simplificación de las figuras y su integración con el paisaje sugieren una conexión profunda entre el hombre y la tierra, pero también una cierta anonimidad o pérdida de individualidad en el proceso productivo.
La presencia del sol, como fuente de vida y energía, podría interpretarse como un símbolo de esperanza o fertilidad, aunque contrastado con la dureza implícita en la tarea que realizan los trabajadores. La pincelada vigorosa y expresiva transmite una sensación de movimiento y dinamismo, pero también de tensión y quizás incluso angustia. En conjunto, la pintura parece explorar la relación compleja entre el trabajo, la naturaleza y la condición humana, evocando un ambiente rural intenso y emocionalmente cargado.