Veniamin Smekhov le dedicó un nuevo libro a un amigo: el artista David Borovsky Traductor traducir

El domingo por la noche, 25 de noviembre, no todos los fanáticos del "viejo Taganka" pudieron ingresar al museo conmemorativo del artista teatral David Borovsky, ubicado en Moscú, cerca de la estación de metro Kropotkinskaya. Veniamin Borisovich Smekhov, actor de la primera generación del famoso Taganka, director y escritor, presentó su nuevo libro. Su base fueron los guiones escritos por él para las transmisiones de la serie documental dedicada al legendario director - Yuri Petrovich Lyubimov.

El lugar para reunirse con periodistas y fanáticos del teatro, así como con el propio actor, no fue elegido por casualidad. En la primera página del libro "La edad de oro de Taganka" están las palabras del autor: "Dedico la bendita memoria de David Borovsky".

David Lvovich Borovsky trabajó como artista principal en el Teatro Taganka durante más de treinta años. Es posible que sin su famosa cortina tejida, que se convirtió en un símbolo de los despiadados héroes de la obra "Hamlet", la actuación no se hubiera vuelto tan significativa en la vida teatral de la capital y el país, y luego muchos países fuera de ella.. En la presentación del libro, Veniamin Smekhov dijo que el equipo de teatro fue increíblemente afortunado, ya que David Lvovich fue con el teatro, casi desde el comienzo de su vida hasta sus últimos días. El trabajo de David Borovsky, Smekhov, dedicó un capítulo entero en el libro, que se convirtió en un retrato literario del artista.

Otro de los personajes principales del libro fue Yuri Petrovich Lyubimov. Para Smekhov, el director de Tagansky se convirtió en maestro no solo en el escenario, sino también en la vida desde la primera aparición en el escenario en "The Good Man from Cezuan", la obra desde la que comenzó Taganka.

El libro de Veniamin Borisovich se convirtió en una verdadera crónica de la historia de Tagan, que tuvo lugar gracias a los actores de la antigua Taganka. Muchos de los artistas ya fallecieron, pero no hay olvidados.

Ludmila Trautmane