The Alba Madonna Raphael (1483-1520)

Descripción del cuadro Madonna Alba de Rafael Santi

Las pinturas que representan a los santos siempre estuvieron de moda. Tuvieron un éxito rotundo, y muchos de los ciudadanos ricos de la Edad Media querían tener un retrato de la Virgen o de Cristo en sus casas. Pero también hubo retratos triples.

Rafael fue el pintor más refinado de la Edad Media y a menudo cumplía los encargos con imágenes de santos. De hecho, así fue como se encargó este cuadro. Es tradicional: María la madre de Cristo, el Niño Jesús y el Niño Juan Bautista. Todo parece ser tradicional, pero no del todo. El paisaje es algo diferente y luego la propia Madonna es impresionante en su esplendor exterior y una especie de serenidad. Podemos suponer que salió a pasear con el Niño y conoció a Juan, el futuro Bautista.

Quién sabe si tal encuentro fue real o un producto de la imaginación de los pintores. Pero fue una historia que atrajo a muchos a su red. Rafael no se salvó. Tiene a la Virgen con un chitón azul, sosteniendo un libro e incluso sentada en un sillón. Juan se une a ellos y ella lo atrae hacia sí y Cristo se agarra a la cruz. La misma cruz con la que será bautizado y en la que será clavado durante su ejecución. ¿Qué es esto sino un destino de lo alto?

Los tres se dan cuenta de ello y por eso no hay ansiedad. Entienden que no se puede evitar lo inevitable. Es un lienzo impresionante, dominado por el color azul (el chitón y el cielo, un poco de montaña). Pero los verdes tampoco se quedan atrás, también están presentes y nos dan una maravillosa gama suave. Pero lo más importante es que todas las características de los futuros hijos ya están dadas: el Bautista en una áspera piel de oveja, Cristo, como todos los bebés, todavía está desnudo, pero eso también por una razón: significa que su alma es pura. Y aquí hay algo más de simbolismo: las nubes sobre los bebés. Eso también es por una razón. Significa que el destino de estos niños no está despejado.