The Burial of the Sardine Francisco Jose De Goya y Lucientes (1746-1828)
Francisco Jose De Goya y Lucientes – The Burial of the Sardine
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Pintor: Francisco Jose De Goya y Lucientes
El cuadro pertenece al pincel del artista español Francisco Goya. Se desconoce la fecha exacta de su creación. Se cree que fue pintado entre 1812 y 1819. El lugar central lo ocupa una multitud de personas que llevan una pancarta con una máscara sonriente en el centro. El título del cuadro hace referencia a una costumbre originada en España en el siglo XVIII. Un día antes de la Semana de Ceniza, cuando todos los habitantes de Madrid se reunieron en la plaza central para un carnaval de tres días, el rey de España ordenó que les sirvieran sardinas.
Descripción del cuadro de Francisco de Goya "Entierro de una sardina"
El cuadro pertenece al pincel del artista español Francisco Goya. Se desconoce la fecha exacta de su creación. Se cree que fue pintado entre 1812 y 1819.
El lugar central lo ocupa una multitud de personas que llevan una pancarta con una máscara sonriente en el centro. El título del cuadro hace referencia a una costumbre originada en España en el siglo XVIII.
Un día antes de la Semana de Ceniza, cuando todos los habitantes de Madrid se reunieron en la plaza central para un carnaval de tres días, el rey de España ordenó que les sirvieran sardinas. Por desgracia para la reputación del monarca, las sardinas no eran frescas. Sin embargo, esta desafortunada circunstancia no molestó lo más mínimo a los habitantes del pueblo. A estas alturas habían bebido tanto vino y otros licores que no encontraron nada más divertido que celebrar un funeral de sardinas.
La acción les pareció tan divertida que decidieron repetirla al año siguiente. Esta vez utilizaron sardinas que habían sido estropeadas de antemano. El entierro de las sardinas agradó tanto a los españoles que pronto se cubrió de nuevas costumbres y rituales fingidos.
Cabe señalar que, como ardientes adoradores de la fe católica, los españoles no veían nada blasfemo en una acción tan ridícula, por lo que en la época de Goya no se olvidó la tradición. A juzgar por la viveza con la que están pintados los actores del cuadro, el artista participó personalmente en el "cortejo fúnebre". En la capital española, la procesión de despedida fue encabezada por el "tío Chispas", su hija Chusca y el joven enamorado Juanillo.
Fueron ellos los que encabezaron la multitud llevando una enorme cabeza de sardina rellena. La procesión partió de la plaza mayor y terminó en la orilla del Manzanares, en cuyas aguas encontró su descanso la malograda sardina. Hoy en día, los habitantes de las ciudades y pueblos españoles también hacen honor a la misma costumbre.
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La escena representada es una confluencia caótica y bulliciosa de figuras humanas en un espacio abierto, posiblemente una plaza o calle urbana. El foco principal reside en un grupo central de personas que parecen estar participando en una celebración festiva, aunque con matices perturbadores. Dos mujeres vestidas con ropas blancas destacan por su postura dinámica y expresiones faciales ambiguas; bailan o se mueven con una energía casi frenética.
Alrededor de este núcleo central, la multitud se agolpa, compuesta por individuos de diversas clases sociales, evidenciado por sus atuendos. Se observan hombres con sombreros tricornios, campesinos y personajes que sugieren roles más marginales o satíricos. La composición es densa, casi claustrofóbica, reforzada por la superposición de figuras y la falta de un punto focal claro aparte del grupo central.
Dominando visualmente la escena, se alza una enorme figura grotesca suspendida: una máscara caricaturesca con una sonrisa burlona. Esta imagen imponente proyecta una sombra sobre el resto de la composición, sugiriendo una presencia amenazante o una crítica implícita a la alegría exhibida.
La paleta cromática es terrosa y apagada, dominada por tonos ocres, marrones y grises, con destellos ocasionales de color en los ropajes de algunos personajes. Esta elección contribuye a crear una atmósfera sombría y melancólica, contrastando con la aparente euforia del evento.
Subtextos potenciales: La pintura parece explorar la dualidad inherente a las celebraciones populares. Si bien se presenta un ambiente festivo, la presencia de la máscara grotesca y la mirada ambigua de los personajes sugieren una crítica a la superficialidad o la hipocresía social. Podría interpretarse como una reflexión sobre el carnaval y sus implicaciones subversivas, donde las convenciones sociales se invierten temporalmente. La multitud densa y caótica podría simbolizar la pérdida de individualidad en medio del fervor colectivo. La aparente alegría forzada o desinhibida sugiere una posible liberación momentánea seguida por un retorno a la norma social. El uso de figuras marginales y satíricas apunta a una crítica a las estructuras de poder y a la burla de las clases dominantes.