A boy peeling fruit Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610)

Descripción de El niño que limpia la fruta, de Michelangelo Merisi da Caravaggio

Entre los que pintaban con la técnica del realismo, que abrazaban los altos ideales del clasicismo, se consideraba que no era el mejor tono para representar el mundo en toda su suciedad. Que estaba sucio era un hecho conocido y no era necesario representarlo. Los momentos más sublimes e ideales, dignos de ser transmitidos a la posteridad, se intentaron registrar.

La elección más sorprendente es el retrato de Caravaggio de un criado pelando fruta podrida. El niño lleva una camisa blanca y está representado con líneas muy suaves y fluidas. Su pecho no tiene pelo, su rostro es bastante joven; sus manos son ásperas, no podría haber sido violinista. Su pelo es ligeramente ensortijado y su piel tiene un toque de miel y bronce. Hay melocotones en la mesa frente al niño. Dos de ellos son hermosos, llenos, llenos de sol.

Los otros no parecen tan perfectos: están arrugados y ennegrecidos, deben haber permanecido demasiado tiempo o haber sido recogidos de debajo del árbol, ya después de la cosecha general. Con un cuchillo en la mano, el chico pela la podredumbre, y lo hace con tanta destreza que se forman hermosos anillos de cáscara en espiral.

Está acostumbrado al trabajo, pero por el momento tiene que concentrarse en él. El chico se mira las manos, observando el movimiento del cuchillo, y parece completamente absorto en su trabajo.

Lo que pasa por su mente es difícil de decir.

Tal vez imagine a una bella princesa escondida en una torre por un terrible dragón, al que él, poderoso caballero, puede derrotar. Tal vez se le ocurra hacer hoy un pastel con esos melocotones y él pueda tomar un trozo, o mermelada, y ella pueda probar un poco antes de que los escondan en tarros. O tal vez no esté pensando en nada en absoluto, sólo disfrutando del cálido día y de sus habituales actividades tranquilas.

Sobre el fondo oscuro, su piel casi brilla.