Beheading of Saint John the Baptist Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610)

Descripción de un cuadro de Merisi da Caravaggio La decapitación de Juan el Bautista

El cuadro fue creado por el pintor en 1608 sobre el conocido tema de la ejecución de Juan el Bautista. Se trata de la última fase de la obra de Caravaggio (nombre real: Michelangelo Merisi da Caravaggio), en la que sus lienzos se sumergen plenamente en un mundo de colores sombríos y oscuros y de temas igualmente oscuros.

Esta no es la única obra del artista que ilustra los últimos momentos de la vida terrenal del santo que predijo la aparición de Jesucristo al mundo.

Los lúgubres muros de la prisión, en el espíritu del austero ascetismo renacentista, la ausencia casi total de atrezzo, de modo que los imponentes espacios del cuadro permanecen vacíos, el terrible acontecimiento, que en un momento se producirá, al parecer, en presencia del espectador, le sumen a uno en el asombro.

La sensación de horror casi tangible que es natural para el público se refleja de forma diferente en las expresiones faciales y las poses de los participantes en el evento. Las acciones del guardián y del verdugo son de tipo comercial y ordinario. Uno dirige la ejecución, el otro hace su trabajo: presionando la cabeza del pobre hombre contra el suelo, se dispone a dar el golpe decisivo con el cuchillo, agarrado con la mano a la espalda.

Salomé tiene preparada una bandeja de oro: en un momento se colocará allí la cabeza de la víctima asesinada. Sólo la mujer soltera presente se conmueve con la acción luctuosa, sus manos agarrando su cabeza inclinada con pena. Los reclusos que observan la acción desde detrás de los barrotes se muestran más curiosos que compasivos, lo que es natural en un momento así.

El lienzo supera en tamaño al resto de los retablos del artista. El gran tamaño del lienzo permitía a Caravaggio representar personajes de tamaño natural, pero incluso figuras de tan impresionante estatura no podían llenar todo el espacio de la obra a gran escala del artista.

A mediados del siglo XX se llevó a cabo una restauración a gran escala, ya que el lienzo estaba muy dañado y en mal estado. Los restauradores descubrieron un hallazgo sorprendente: una breve inscripción, hábilmente escondida bajo un pequeño charco de sangre del ejecutado.

Al principio, se pensó que el autor había firmado su obra. Más tarde, sin embargo, los historiadores del arte, a través de largas discusiones, decidieron que unas cuantas cartas en latín son una especie de autógrafo del pintor, por el que confesaba de paso el crimen cometido por Caravaggio unos años antes.

El original fue custodiado por el clero de la catedral de San Juan en La Valeta, la capital de Malta.