The Abduction of Ganymede Peter Paul Rubens (1577-1640)

Descripción del cuadro de Peter Rubens El rapto de Ganímedes

Hay una hermosa historia en la mitología romana o griega antigua sobre un joven muy guapo, incluso se podría decir que divinamente guapo, llamado Ganímedes. Su belleza era tan cautivadora que las ninfas e incluso las diosas del Olimpo se enamoraron de él al instante. Finalmente, el propio Zeus se enamoró de él, sin más, y no se le ocurrió otra cosa que secuestrar a Ganímedes para que ninguna mujer terrestre, ninfa o diosa lo tuviera. Zeus se transformó en un enorme águila, cosa que hacía a menudo, por cierto, y llevó a Ganímedes al Olimpo en sus alas.

Pronto Ganímedes obtuvo la inmortalidad y se convirtió en el copero del Olimpo. Aunque nadie en el Olimpo bebía vino, excepto Baco. Los dioses bebían principalmente néctar en el Olimpo, pero sin embargo Ganímedes tenía esta posición particular. Se quedó en el Olimpo.

Y fue este secuestro lo que Rubens representó. El águila es el elemento central de este cuadro. Está dibujada con tanto realismo que parece cobrar vida y salir volando, junto con el hermoso joven. Y por cierto, Rubens en este lienzo contó este mito en su totalidad, mostrando todas las etapas de la historia. E incluso mostrando lo que Ganímedes hará en el Olimpo. Fíjate en lo que la chica le tiende a Ganímedes... Es un cuenco, un gran cuenco de vino dorado.

Toda la acción se desarrolla en el cielo, en el Olimpo, durante el festín, porque a lo lejos se ve a los dioses en la mesa donde les sirven los ángeles. Así que Ganímedes, ya cumple con sus obligaciones y distribuye copas de vino. Y por cierto, Zeus nunca devolvió al joven, se lo quedó para él... Como dice una fuente mitológica, "Ganímedes compartió lecho con Zeus". Es difícil decir si esto es cierto o no, pero el hecho de que el joven estaba constantemente alrededor es confirmado por otras fuentes. Por supuesto, este tema es bastante relevante hoy en día, pero en la época de Rubens estaba bajo una seria prohibición eclesiástica. Era un auténtico sacrilegio, pero, como demuestra la vida, muchos se saltaban la prohibición. La fruta prohibida siempre es dulce, pero no hasta este punto.