Maria Santi:
Van Gogh Traductor traducir

Todo el mundo quiere a Vincent van Gogh. Ouchy, ouchy Van Gogh. ¡Tan miserable! El gran solitario y pobre Van Gogh.

Sí. Sólo que si conocieras a este hombre perpetuamente descontento en vida, apenas querrías abrazarlo.

La primera obra es un vendedor de cuadros. Pintura Arbat, cuadros en la pared. Cuando los compradores preguntaban, Vincent explicaba:
- ¿Quiere comprar? Es basura, no arte. Previsibles chapuzas.

Cuando los tenderos vieron las cifras de ingresos, dijeron:
- Chico, si eres tan listo, tendrás que pagarte tus propios gastos.

Van Gogh fue a estudiar para ser sacerdote. Ejerció como vicepárroco en una ciudad minera. Daba su sueldo a los que vivían pobremente. Por eso los mineros le llamaban santo. Parientes – un idiota.

A menudo decimos que tenemos que ser altruistas como en el Evangelio para que la gente nos dé dinero. Las personas con un instinto de conservación realmente bajo, llevando la metáfora del libro a la instalación, evocan sentimientos diferentes. Los sacerdotes de Borinage, por ejemplo, los consideraban profanos.

El párroco adjunto despedido se fue a París, con su hermano que le había apoyado toda la vida. En cierto sentido, Theo van Gogh -un empleado de banca que vendía cuadros en su tiempo libre- realizaba su propio sueño de convertirse en artista a través de Vincent. Y aquí están sus cartas: «Es imposible. Se pasea por la lavandería con los zapatos sucios. Mis amigos vienen a visitarme, él es grosero con ellos». Al final, Theo dijo:
- Hay una ciudad que se llama Arles. Meridional, cálida, como a ti te gusta. Puedes alquilar allí barato. Te enviaré dinero. ¡Por favor, vete!

Cuando Van Gogh conoció a los impresionistas en París, quedó encantado. Después de todo, se esforzaban por encontrar un aspecto único para sus obras. Van Gogh odiaba la repetición de las plantillas de salón. Entonces se dio cuenta de que lo hacían mal. Y desde Arles, empezó a escribir para venir: «hagamos una comuna, nos apoyaremos mutuamente, juntos para buscar clientes». Siempre fue sincero. Pero la sinceridad conduce a la soledad.

Llegó el solitario Gauguin. Pero incluso él pronto suplicó:
- Basta. Está bien, siete viernes a la semana. Pero tienes setenta y siete viernes en un día. Me voy.

Vincent se abalanzó sobre él con una navaja. Incapaz de matarlo, volvió la agresión contra sí mismo. Llevó la oreja cortada a una prostituta que conocía. Los residentes fueron a la policía.

Hay varias versiones sobre la muerte del artista. Pudo dispararse en el pecho y morir durante tres días, por amor al dolor. O pudo ser víctima accidental de unos niños que espantaban cuervos. Cuando un gran número de sus obras cayeron en manos del primer mariscal, éste pensó:
- Alegre. ¿Cuál es el autor?
- Vivió solo. Enterrado junto a su hermano.

Fue entonces cuando se publicó la primera gran monografía sobre el pintor. El emprendedor mariscal sabía que «los lunáticos se venden mejor».

En la correspondencia de Theo y Vincent no hay rastro de locura. Una clara y sobria pasión por el oficio. Pocos saben que Van Gogh odiaba pintar flores. Se quejaba a su hermano: «Me gustaría dedicarme por entero al estudio de la naturaleza. ¡No hay dinero para una niñera! Hoy tengo que pintar estos estúpidos lirios». Un día le sobraron dos pinturas. Encontró un tema que podía ejecutar con este conjunto.

Los visitantes del Museo Van Gogh se asombran ante los interminables bocetos de obras famosas. ¡Caramba! Todos los grandes tienen audiciones, fracasos profesionales. Sólo que los inteligentes los ocultan.

María Santi

Vincent van Gogh, pinturas