Reflexiones sobre arte y vida Traductor traducir

Recientemente en Londres, en la famosa galería Tate Modern, me encontré con una exposición del célebre Juan Miró. La exposición ocupaba doce o incluso trece salas. Tuve la impresión de que estaba dispuesta en orden cronológico, por la llamativa diferencia entre los cuadros de la primera sala y los de las dos últimas.

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La primera sala parece contener cuadros de la época en que el artista aún se abría camino con su talento. Por lo que recuerdo, había retratos claramente distinguibles, cuya «rareza» consistía en la falta de naturalidad de los colores. En la undécima o duodécima sala ya no quedaba nada significativo: en las paredes colgaban cala mala» de niños «con agujeros quemados. En la última sala colgaban dos cuadros casi idénticos, uno al lado del otro: un fondo blanco y un largo trazo de lápiz. Como dijo uno de mis conocidos, lo principal en estos cuadros es la firma de Miró. Es decir, el artista ya se ha hecho famoso, y ahora puede permitirse relajarse y ganar «un poco» de dinero.

No hace mucho, dos o tres años, cayó en mis manos un libro infantil de Tamara Kryukova. Se llamaba, recuerdo, «Potapov, ¡a la pizarra!» Allí me encontré con una situación así: el protagonista, un adolescente, ve unos cuadros impresionistas en una galería y decide: «Yo puedo hacer lo mismo». A mí también se me ha pasado por la cabeza. Y no soy el único. Algo parecido reina en la televisión moderna.

Todo el mundo sabe hoy en día que el mejor camino hacia la fama es el epataje. De ahí el mate, el striptease y los vestidos de carne cruda. Porque el hombre, al descender de un simio, no está más cerca de la fe, la conciencia y la tradición, sino de algo más claro y simple: su propio «yo» y el entretenimiento. Si lo piensas bien, esta es la misma razón de la popularidad del ateísmo, el paganismo y la estera en las vallas.

Progreso… Condiciones de vida más fáciles, nuevas reglas, nuevos valores. Gana el más fuerte, el más popular, el más promocionado. O el que armó un gran escándalo a tiempo de darle fama.

No es necesario decir que «los tiempos son así». Simplemente ahora hay más oportunidades, pero siempre ha habido lo mismo, aunque a menor escala.

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