Epistemología posthumanista:
el conocimiento en la era de la tecnología Traductor traducir
La epistemología posthumanista es una nueva rama de la filosofía, una revisión fundamental de cómo entendemos la naturaleza del conocimiento. Mientras que la epistemología clásica se centraba en la mente humana como fuente principal y árbitro del conocimiento, el posthumanismo ofrece un enfoque diferente, en el que los humanos dejan de ser el centro del mundo. En cambio, vemos una red de interacciones en las que la tecnología, la biología, la inteligencia artificial e incluso los objetos materiales desempeñan papeles iguales.
Tomemos como ejemplo los algoritmos de aprendizaje automático. Ya no son meras herramientas en manos humanas: crean nuevos conocimientos analizando enormes cantidades de datos e identificando patrones que a menudo escapan a la percepción humana. No funcionan sometiéndose a nuestro control: son autónomos, a veces impredecibles, y sus “soluciones” nos obligan a reconsiderar nuestros enfoques habituales de la verdad.
Inteligencia artificial y cuestiones de confianza
La inteligencia artificial ya no es solo una idea de ciencia ficción. Hoy permea todos los aspectos de la vida, desde la medicina hasta el gobierno. Pero ¿cómo podemos confiar en el conocimiento que crea? Esta pregunta parece especialmente apremiante en una era en la que los algoritmos se entrenan con datos que contienen sesgos, errores y limitaciones humanas.
Un ejemplo son los sistemas de reconocimiento facial, que funcionan muy bien pero que a menudo son injustos con los miembros de ciertos grupos étnicos. Este “sesgo” no es un problema técnico, sino más bien una ilustración de cómo la tecnología absorbe y amplifica los sesgos de la sociedad humana.
Materialización del conocimiento: el papel de las cosas y los objetos
Otro aspecto importante de la epistemología posthumanista es el replanteamiento del papel de los objetos materiales en la creación y difusión del conocimiento. Mientras que antes se consideraba que las cosas eran simplemente portadoras de información (por ejemplo, los libros), ahora se están convirtiendo en participantes activos de los procesos de cognición.
El Internet de las cosas es un claro ejemplo de este fenómeno. Imaginemos un frigorífico inteligente que no sólo hace un seguimiento de nuestro suministro de alimentos, sino que también infiere nuestros hábitos alimentarios y sugiere cambios en nuestra dieta. Este frigorífico ya no es sólo un objeto: se convierte en parte de un sistema cognitivo en el que se difuminan los límites entre el conocimiento humano y la inteligencia tecnológica.
Ética y responsabilidad en una nueva dimensión
Cuando las tecnologías empiezan a participar activamente en la creación de conocimiento, inevitablemente surgen preguntas sobre ética: ¿quién es responsable de las decisiones que toman los algoritmos? ¿Dónde se traza la línea divisoria entre las contribuciones humanas y no humanas?
Un ejemplo son los coches autónomos. Si un coche autónomo se estrella, ¿quién es el culpable: su diseñador, su fabricante o el propio coche? Estas preguntas exigen nuevos enfoques de las normas éticas que tengan en cuenta las interacciones multidimensionales entre las personas y las máquinas.
El conocimiento como proceso, no como producto
El posthumanismo también propone abandonar la idea del conocimiento como un resultado fijo. El conocimiento se convierte en un proceso que cambia constantemente y se adapta bajo la influencia de nuevos factores. Se asemeja a un río que nunca permanece igual: su caudal, profundidad y dirección dependen de muchas variables.
La investigación científica moderna se lleva a cabo cada vez más no en laboratorios aislados, sino en redes abiertas en las que científicos, tecnologías y datos interactúan constantemente. Este “conocimiento en red” no pertenece a nadie en particular y no obedece a una lógica lineal.
Conclusiones para los humanos: ¿cómo podemos adaptarnos?
Para muchas personas, la idea del posthumanismo resulta aterradora. Perder nuestro estatus como “centro del universo” puede resultar amenazante, pero tal vez deberíamos verlo de otra manera. La epistemología posthumanista nos ofrece no solo nuevos desafíos, sino también nuevas oportunidades. Nos enseña a ver el mundo de manera más amplia, a reconocer el valor de otras formas de conocimiento y a ir más allá del pensamiento antropocéntrico.
Este cambio es inevitable, como cualquier otra evolución. En lugar de resistirnos, podemos aprender a integrarnos a esta nueva realidad, donde la tecnología no nos reemplaza, sino que amplía nuestros límites.
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