Beersheba. 1832 Karl Pavlovich Bryullov (1799-1852)
Karl Pavlovich Bryullov – Beersheba. 1832
Editar atribución
Descargar a tamaño completo: 1400×1980 px (0,6 Mb)
Pintor: Karl Pavlovich Bryullov
Una vez, en vida del rey David, estaba paseando por el tejado de su palacio al atardecer y vio a una joven bañándose en una fuente, que le pareció muy hermosa. Sintiéndose apasionado por ella, el rey, que no sabía nada a cambio, envió a sus propios sirvientes a buscarla y la llevaron a palacio. A pesar de estar casada, David la tomó como esposa, tal era su belleza, y ordenó a su marido, un simple soldado, que se colocara en el escenario de la más terrible batalla, y que se demorara en ayudarle cuando estuviera atrapado.
Descripción del cuadro Betsabé de Karl Bryullov
Una vez, en vida del rey David, estaba paseando por el tejado de su palacio al atardecer y vio a una joven bañándose en una fuente, que le pareció muy hermosa. Sintiéndose apasionado por ella, el rey, que no sabía nada a cambio, envió a sus propios sirvientes a buscarla y la llevaron a palacio.
A pesar de estar casada, David la tomó como esposa, tal era su belleza, y ordenó a su marido, un simple soldado, que se colocara en el escenario de la más terrible batalla, y que se demorara en ayudarle cuando estuviera atrapado. Al alegrarse de que su pasión estuviera satisfecha, regocijándose por su joven esposa, que resultó ser mansa y sabia, no pensó que fuera un pecado y no se arrepintió en absoluto.
Entonces el profeta Natán se acercó a él y le contó una parábola sobre un pobre y un rico. "El rico tenía mucho ganado, pero el pobre tenía una sola oveja, que compró y cuidó y alimentó con sus hijos, y era como una hija para él. Pero un día llegó un forastero a la casa del rico, y no queriendo malgastar sus provisiones en un invitado, le ordenó que robara la oveja del pobre y la sacrificara.
Indignado, David gritó que ese hombre era culpable de la muerte, y Natán le respondió: "Ese hombre eres tú. Pero tú no morirás, es tu hijo el que morirá por la mujer robada".
Así que el niño murió, y David se arrepintió y ayunó y se ganó el perdón. Posteriormente tuvo un hijo, el gran rey Salomón, y su madre fue Betsabé, tomada contra toda ley, pero que se convirtió en la fiel esposa de David.
Bryullov la representa en el momento de bañarse. Betsabé se despoja de sus ropas, su cabello está ligeramente húmedo y corre por sus hombros, ella misma se ajusta su diadema mientras se dispone a vestirse. Su mirada al espectador es triste y cómplice, como si ya estuviera esperando a los sirvientes de David, como si se estuviera preparando para no gritar cuando la conduzcan hacia el hombre que la ha sacado de la batalla como si fuera una cosa.
Su piel, suave y blanca, contrasta con el pelo oscuro y la piel oscura de la sirvienta, que, sin sentir ninguna angustia, la mira con admiración.
Кому понравилось
Пожалуйста, подождите
На эту операцию может потребоваться несколько секунд.
Информация появится в новом окне,
если открытие новых окон не запрещено в настройках вашего браузера.
Necesitas iniciar sesión
Для работы с коллекциями – пожалуйста, войдите в аккаунт (abrir en nueva ventana).



















Comentarios: 3 Ответы
Чудесная картина!
А что нигер тут забыл?
Исторический факт: уже тогда негры прислуживали евреям.
No se puede comentar Por qué?
En esta obra, el autor presenta una escena íntima que contrasta fuertemente elementos de belleza idealizada con un contexto que sugiere observación y posible vulnerabilidad. Una mujer desnuda, de piel clara y rasgos delicados, se encuentra recostada sobre lo que parece ser un lecho o plataforma de piedra. Su postura es relajada; está peinándose el cabello, un gesto cotidiano que acentúa su naturalidad. La luz incide directamente sobre su cuerpo, resaltando la suavidad de sus formas y creando un efecto de luminosidad casi escultórico.
A su lado, se observa una figura masculina de piel oscura, con una expresión serena pero atenta. Su posición es más contenida; está sentado, mirando hacia la mujer. La diferencia cromática entre ambos personajes es notable y deliberada, estableciendo una clara distinción visual. El fondo, oscuro y boscoso, sugiere un espacio privado, casi secreto, que intensifica la sensación de aislamiento.
La composición plantea interrogantes sobre las relaciones de poder y la mirada. La desnudez de la mujer, aunque tratada con cierto decoro, podría interpretarse como una objetificación, especialmente en contraste con la figura masculina que actúa como espectador. El entorno natural, si bien bello, también puede evocar un sentido de peligro o exposición.
La presencia del objeto metálico a la izquierda (posiblemente parte de un baño o ritual) y los paños rojos arrugados sugieren una actividad previa o un contexto narrativo implícito. La mirada directa de la mujer hacia el espectador, sin embargo, introduce una complejidad adicional; parece desafiar la observación, invitando a una reflexión sobre quién observa y por qué. En general, la pintura evoca temas de sensualidad, exotismo y las dinámicas sociales de su época, dejando al observador la tarea de descifrar sus significados más profundos.