John the Baptist (attr.) Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610)

Análisis de la pintura
En el lienzo se observa a un joven desnudo, sentado con una postura que denota abatimiento y melancolía. Su cuerpo, iluminado por una luz intensa y dramática – característica del tenebrismo –, presenta una musculatura definida pero no idealizada; más bien, sugiere fragilidad y vulnerabilidad. La mirada está baja, dirigida hacia el suelo, lo que acentúa la sensación de introspección y sufrimiento.
El joven abraza con delicadeza a un cordero blanco, cuyo pelaje contrasta fuertemente con la piel morena del personaje. Este animal, símbolo tradicionalmente asociado con la inocencia y el sacrificio, se convierte en un elemento central de la composición. La tela que cubre parcialmente las piernas del joven es de un color terroso apagado, lo cual refuerza la atmósfera sombría y austera de la escena.
En primer plano, a los pies del personaje, yacen una espada y unas rosas rojas. La espada, instrumento de violencia y poder, se presenta inerte y desprovista de brillo, sugiriendo quizás un abandono o una renuncia al uso de la fuerza. Las rosas, por su parte, evocan tanto el amor como el dolor, anticipando posiblemente un destino trágico.
El fondo es oscuro e indefinido, lo que concentra toda la atención en la figura central y sus acompañantes simbólicos. La iluminación selectiva crea fuertes contrastes entre luces y sombras, enfatizando las texturas de la piel, la lana del cordero y el drapeado de la tela.
La pintura transmite una profunda sensación de soledad, resignación y premonición. Se intuye un contexto de martirio o sacrificio inminente, donde la inocencia (el cordero) se ve amenazada por la violencia (la espada). La figura del joven parece estar en un estado de transición, preparándose para enfrentar un destino doloroso pero inevitable. El uso de símbolos clásicos y el tratamiento realista de las figuras sugieren una reflexión sobre temas como la fe, el sufrimiento humano y la redención.