"Pedagogía del oprimido" de Paulo Freire Traductor traducir
La «Pedagogía del Oprimido» de Paolo Freire desarrolla una teoría de la educación adaptada a las necesidades de los miembros marginados y desposeídos de las sociedades capitalistas. Combinando filosofía educativa y política, el libro ofrece un análisis de la opresión y una teoría de la liberación. Freire cree que la educación tradicional sirve para apoyar el dominio de los poderosos dentro de la sociedad y, por lo tanto, mantener el «statu quo» social, político y económico de los poderosos. Para superar la opresión endémica de una sociedad explotadora, se debe rehacer la educación para inspirar y capacitar a los oprimidos en su lucha por la liberación. Este nuevo estilo de educación se centra en la concienciación, el diálogo y la colaboración entre profesor y alumno en el esfuerzo por lograr una mayor humanización para todos.
Para Freire, la educación es política y funciona para preservar el orden social vigente o para transformarlo. Las teorías de la educación y la acción revolucionaria que ofrece en «Pedagogía del oprimido» están dirigidas a un público radical comprometido con la lucha por la liberación de la opresión. El propio compromiso de Freire con esta lucha se desarrolló a lo largo de años de alfabetización de campesinos y trabajadores brasileños y chilenos. Sus esfuerzos de reforma educativa y política dieron como resultado un breve período de encarcelamiento seguido del exilio de su Brasil natal durante quince años. «Pedagogía del Oprimido» comienza con un prefacio en el que Freire afirma la importancia de la toma de conciencia, o «conscientização», como el medio que permite a los oprimidos reconocer su opresión y comprometerse en el esfuerzo por superarla, asumiendo toda la responsabilidad por sí mismos en la lucha por la liberación. Aborda el «miedo a la libertad», que inhibe a los oprimidos de asumir esta responsabilidad. También advierte contra los peligros del sectarismo, que puede socavar el propósito revolucionario y servir como refugio para el conservador comprometido. La lucha por la liberación es una lucha por recuperar nuestra humanidad. Al cosificar y debilitar a los oprimidos, la opresión los deshumaniza tanto como a su opresor. Condicionados por la opresión a desconfiar y menospreciarse a sí mismos, los oprimidos languidecen sumergidos en la realidad concreta de su opresión, desarrollando así una falsa conciencia que los inmoviliza políticamente. Freire afirma, sin embargo, que la humanización es la vocación del ser humano. Tenemos el desafío de desarrollar plenamente nuestra humanidad y esto implica el ejercicio del libre albedrío para crearnos a nosotros mismos y transformar el mundo a través de nuestro trabajo. La tarea histórica de los oprimidos es liberarse a sí mismos ya sus opresores convirtiéndose en sujetos del proceso histórico y superando la institución social de dominación. La pedagogía de los oprimidos, por tanto, pretende superar la falsa conciencia de los desposeídos penetrando en la «cultura del silencio» que los aqueja, y develando las estructuras y causas de la opresión. Freire ataca la educación tradicional, a la que llama método «bancario». En esta forma de educación, el docente «deposita» información en el alumno, quien sirve como receptáculo pasivo del conocimiento. Prevalece una estricta jerarquía entre el maestro autoritario que posee conocimientos y el alumno receptivo que el sistema educativo presume ignorante. Al negar la creatividad y la agencia al estudiante, este tipo de educación sirve para desempoderar y adoctrinar al estudiante en la ideología de la élite dominante, adaptándolo al orden social opresor. La educación problémica, por el contrario, anima a los estudiantes a pensar y colaborar con sus profesores en el proceso de adquisición de conocimientos. Una forma humanista de educación, se basa en el diálogo, que requiere amor, humildad, fe y esperanza, y tiene como resultado la confianza mutua de educador y alumno. Estas cualidades hacen que la educación problematizadora sea un instrumento de transformación social. La tarea del educador es facilitar el desarrollo de la conciencia crítica entre los oprimidos, centrándose en las condiciones concretas de su existencia y planteándolas como problemas a los alumnos. En el diálogo, profesor y alumnos comparten el acto de crear conocimiento en el que cada uno enseña al otro. Este proceso de educación conduce al desarrollo de la praxis revolucionaria de los oprimidos, en la que la reflexión crítica y la acción liberadora cooperan y se influyen mutuamente en la lucha emancipadora. Freire proporciona un ejemplo de cómo los profesores pueden llevar a cabo una educación planteada por problemas con un grupo de personas. Observando a la población desde un punto de vista sociológico y antropológico, los educadores trabajan con la gente para identificar «temas» que reflejen las condiciones de su existencia: sus esperanzas, creencias, temores y desafíos. Estos temas se vuelven a presentar al grupo en forma codificada, utilizando imágenes, películas, grabaciones de audio y otros medios para estimular la discusión sobre su significado. El objetivo es permitir que el público descubra la relación de estos temas como dimensiones de una totalidad más amplia de opresión y reconozca las contradicciones que subyacen a la estructura social de dominación. Freire concluye ofreciendo una teoría de la acción revolucionaria que contrarresta las tácticas culturales del opresor para preservar su dominio. El opresor intenta dominar al oprimido mediante la conquista, la división, la manipulación y la invasión cultural. El revolucionario responde a estas formas de acción «antidialógicas» con formas «dialógicas»: cooperación, unificación, organización y síntesis cultural,
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