"Confesiones" de San Agustín
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«Confesiones», o «Confessiones» en latín original, es un libro de reflexión espiritual, comentario filosófico e interpretación bíblica producido en el último siglo del Imperio Romano de Occidente. Escrito alrededor del año 400 d. C. por san Agustín de Hipona, prominente obispo católico de la provincia romana de África, a veces se le considera la primera autobiografía del mundo. Si bien esta afirmación es inexacta, «Confesiones» ejerció una enorme influencia en la narrativa personal de la tradición occidental, especialmente durante la Edad Media. El propósito principal de Agustín, sin embargo, era la exploración religiosa, tanto interna como externa, y los elementos autobiográficos se incluyeron solo en la medida en que contribuían a este objetivo. De hecho, desde su publicación, los lectores han encontrado razones legítimas para dudar de la precisión del retrato que Agustín se traza en «Confesiones».
Aunque poco leídas tras su publicación, las «Confesiones», impulsadas por la elegante escritura de Agustín, su cándida introspección y su pasión religiosa, comenzaron a ganar popularidad en el siglo XII. Hoy en día, se encuentra entre los textos cristianos más importantes, y lo mismo puede decirse de su prominencia en la literatura romana. Esta guía de estudio se refiere a la edición de bolsillo de New City Press de 2002, titulada «Las Confesiones», traducida por Maria Boulding. Agustín dividió las «Confesiones» en 13 libros, que hoy en día llamaríamos más apropiadamente capítulos. El Libro I comienza con una extensa oración en la que Agustín contempla el misterio inconcebible de Dios. A continuación, ofrece un panorama de su infancia y adolescencia, confesando los pecados que heredó por su propia naturaleza y los que adquirió como resultado de un condicionamiento erróneo en el hogar y la escuela. El Libro II narra la persistente rebeldía de la adolescencia de Agustín y el surgimiento de los hábitos lujuriosos que se convertirían en su mayor obstáculo para la conversión. Su padre pagano, Patricio, se presenta como un personaje que se opone a la salvación de Agustín, y su madre cristiana, Mónica, como una figura que la apoya. Agustín también presenta un famoso episodio relacionado con el robo de peras, a partir del cual articula una teoría del pecado. El Libro III narra la llegada de Agustín, siendo joven, a Cartago, la importante ciudad africana, para continuar sus estudios. Allí, sus caminos pecaminosos persistieron, pero el descubrimiento del «Hortensio» de Cicerón lo despertó el ansia de sabiduría. Insatisfecho con la Biblia, se convirtió al maniqueísmo, una religión popular de la época que estaba en conflicto con el cristianismo. El Libro IV muestra el regreso de Agustín a su ciudad natal como profesor de retórica. Allí, comenzó a vivir con una mujer cuyo nombre no se menciona. Solteros pero con una relación sexual exclusiva, tuvieron un hijo, Adeodato, aunque esto no se menciona hasta más adelante. Tras la muerte de un amigo, el dolor de Agustín fue tal que huyó de vuelta a Cartago, donde escribió una serie de libros basados en ideas maniqueas. El Libro V presenta el traslado de Agustín de Cartago a Roma, y luego de Roma a Milán, impulsado en ambas ocasiones por el disgusto ante la inmoralidad estudiantil. Un encuentro decepcionante con un obispo maniqueo, la exposición a la filosofía de los académicos y el convincente ministerio de Ambrosio, obispo católico de Milán, resultaron en su abandono del maniqueísmo. El Libro VI comienza con Mónica siguiendo a Agustín a Milán. Gracias a ella y a Ambrosio, el cristianismo fue cobrando cada vez más atractivo para Agustín. Sin embargo, aún no se convertía, pues aún lo atormentaban la duda y la confusión. A instancias de Mónica, Agustín se comprometió. En consecuencia, envió a su amante de vuelta a África, aunque su hijo permaneció en Milán. El Libro VII examina el camino filosófico y espiritual que le separaba de Agustín y su conversión. Lo más significativo es su introducción a las enseñanzas neoplatónicas, que le produjeron una epifanía en la que experimentó a Dios, y a los escritos del apóstol Pablo, que le ayudaron a comprender a Jesús.El Libro VIII presenta dos historias que contribuyeron a la decisión de Agustín de convertirse. La segunda lo afectó tanto que lo condujo directamente a su conversión en un jardín cerca de su casa. Alipio, su amigo más cercano, estuvo presente en esta experiencia y se convirtió al mismo tiempo. El Libro IX describe las consecuencias de la conversión de Agustín: su renuncia a la docencia, su bautismo y su regreso a África. En el camino, compartió una poderosa visión religiosa con su madre, quien falleció poco después, lo que impulsó a Agustín a compartir la historia de su vida. Los Libros X-XIII abandonan la autobiografía en favor del discurso filosófico y espiritual. El Libro X se centra en la memoria e incluye un resumen de los pecados con los que Agustín aún lucha. El Libro XI investiga la naturaleza del tiempo y cómo impide nuestra capacidad de conocer y amar a Dios. Los Libros XII y XIII comprenden detalladas interpretaciones alegóricas de la creación de Dios, tal como se describe en el Génesis, aprovechando esta lectura para promover la visión de Agustín de una sociedad santa. El hecho de que «Confesiones» se desarrolle y concluya con una extensa articulación de la visión de Agustín sobre el cristianismo es emblemático de la influencia que el propio autor tendría en dicha religión. En última instancia, no sería su biografía, sino sus enseñanzas, que reconceptualizaron el cristianismo desde la perspectiva del neoplatonismo, las que tendrían el mayor impacto en la historia. Sin embargo, incluso si este no hubiera sido el caso, «Confesiones» seguiría siendo una de las descripciones más profundamente cercanas y asombrosamente sinceras de la literatura sobre un ser humano en busca de la verdad.Incluso si este no hubiera sido el caso, «Confesiones» seguiría siendo una de las descripciones más profundamente identificables y asombrosamente sinceras de un ser humano en busca de la verdad.Incluso si este no hubiera sido el caso, «Confesiones» seguiría siendo una de las descripciones más profundamente identificables y asombrosamente sinceras de un ser humano en busca de la verdad.
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