"El barco de esclavos" de Marcus Rediker
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La obra histórica de Marcus Rediker, «The Slave Ship: A Human History» (2007), describe lo que sucedía a bordo de los barcos que transportaban esclavos de África a América a través del océano Atlántico. El libro ganó numerosos premios, entre ellos el Premio George Washington del Libro de 2008 y el Premio Merle Curti del mismo año. La crítica lo elogia por arrojar luz sobre una faceta poco explorada de la historia norteamericana. Rediker, autor de no ficción de gran éxito y guionista de documentales, es profesor distinguido de Historia Atlántica en la Universidad de Pittsburgh e investigador principal del Collège d’études mondiales de París. En «The Slave Ship», Rediker destaca las terribles condiciones que soportaron los esclavos transportados de África a América entre 1700 y 1807 a bordo de los «barcos negreros». Según Rediker, la esclavitud fue especialmente rentable en el siglo XVIII, y Gran Bretaña y Estados Unidos movilizaron a millones de africanos para desarrollar el Nuevo Mundo. Rediker limita su análisis a estos años de mayor actividad para explorar mejor los barcos negreros en detalle. Para escribir el libro, Rediker dedicó años a investigar recursos primarios, incluyendo archivos marítimos, actas judiciales, relatos de primera mano y diarios. Incluye dibujos y diagramas para ilustrar los puntos que plantea sobre los espacios hacinados, las condiciones sofocantes y los crímenes cometidos a bordo de estos barcos. Rediker escribió «El Barco Esclavista» para atraer a lectores ocasionales y estudiantes interesados en la historia cultural afroamericana. Rediker señala que muchos esclavos no sobrevivieron a la travesía oceánica principalmente debido a la miseria en la que vivían. Las enfermedades se propagaron rápidamente. Los esclavos no recibían raciones adecuadas de comida y agua, y las tripulaciones los castigaban severamente por altercados menores. Las tripulaciones arrojaban a los esclavos muertos por la borda sin pensarlo dos veces. Simplemente regresaron a África para reunir más esclavos. En el libro, Rediker examina cuatro tipos principales de relaciones a bordo de los barcos de esclavos: capitán y tripulación, marinero y esclavo, esclavo y esclavo, y comerciantes contra abolicionistas.
Rediker afirma que estas relaciones desempeñaron un papel clave en la vida a bordo de los barcos negreros; muchos esclavos solo sobrevivían uniéndose y encontrando consuelo mutuo. Aunque muchos esclavos a bordo no hablaban el mismo idioma, encontraron otras maneras de comunicarse y compartir mensajes. La relación entre capitanes y tripulaciones sentó las bases para el drama que se desarrollaba a bordo. Los capitanes pagaban a los marineros una miseria, los alimentaban con muy poca comida y operaban sus barcos con la menor cantidad posible de marineros. Los marineros se amotinaban y desertaban con frecuencia, dejando al resto de la tripulación estresada, amargada y resentida. Estos marineros descargaban su ira y frustración en blancos fáciles: los esclavos. Estos sufrieron mucho a manos de sus compañeros de tripulación. Los marineros detestaban compartir camarote con ellos, odiaban tocarlos y resentían cada bocado de comida que recibían. Las esclavas y los niños esclavos a bordo sufrieron especialmente. Aunque las mujeres no estaban confinadas en las «mazmorras» bajo cubierta, no podían protegerse de agresiones sexuales, violaciones ni abusos. Las esclavas sufrían ver sufrir así a sus compañeras de cautiverio. Sin embargo, en su mayoría, no podían hacer nada más que soportar el viaje en silencio. Algunas esclavas se negaban a comer y amenazaban con arrojarse por la borda; eran castigadas severamente: demasiados esclavos muertos reducían las ganancias del capitán. Rediker no elude la cruda realidad de los barcos negreros, y su contenido puede resultar angustioso o irritante para algunos lectores. «El barco negrero» es un duro recordatorio de que, para estas esclavas, el suicidio no era una forma de escapar de la miseria y el trabajo. En cambio, el suicidio era un acto de rebelión contra la trata de esclavos. Era un arma de las esclavas contra los amos que decidían qué sucedía con sus cuerpos y espíritus. Rediker nos recuerda que estos esclavos ya no eran dueños de sí mismos: sus cuerpos pertenecían a los esclavistas, por lo que el suicidio sirvió como un acto final de desafío. Rediker también aborda las relaciones entre los traficantes de esclavos y los abolicionistas.
Los conflictos entre estos grupos rivales culminaron en la Ley para la Abolición de la Trata de Esclavos en 1807. Aunque los abolicionistas triunfaron, su victoria no justifica los siglos de esclavitud, crueldad y miseria que padecieron los cautivos a bordo de estos barcos negreros. Como explica Rediker, ninguna ley del parlamento ni del gobierno puede reparar estas atrocidades. En «El Barco Esclavista», Rediker recuerda a los lectores que la trata de esclavos tuvo consecuencias de gran alcance para muchas personas. Si bien no podemos considerar inocentes a las tripulaciones, ya que se quedaron de brazos cruzados observando el sufrimiento de los cautivos, los marineros mismos eran prisioneros de un sistema brutal. Rediker destaca que, aunque muchos esclavos murieron a bordo de los barcos, las tasas de mortalidad de la tripulación a menudo superaban las de los cautivos. Rediker deja a los lectores preguntándose cómo compensar lo ocurrido durante el siglo XVIII. Todo lo que podemos hacer, cree Rediker, es recordar lo sucedido y asegurarnos de que no vuelva a ocurrir. Debemos aprender de los errores de este sistema capitalista del siglo XVIII que salió mal y promover la justicia social en cada oportunidad.
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