What Freedom! Ilya Repin (1844-1930)

Descripción del cuadro de Ilya Repin "¡Qué inmensidad!"

Como el propio artista admite, el material vital para este cuadro fue una impresión fugaz. En una ocasión, estando en las Penatas, en su finca, Repin vio a una joven pareja -una chica guapa y un estudiante de gimnasia- sorprendida por una ola de mar.

La chica seguía intentando defenderse de alguna manera de los elementos, mientras que el joven, completamente despreocupado por el mar embravecido, recitaba algo de memoria, abriendo el pecho al viento con orgullo y un poco de arrogancia. Su estado de ánimo coincidía completamente con el agitado mar La interminable alegría de estas dos personas, su felicidad, su sentido de la juventud y su eterno amor a la vida, Repin eligió como tema para su cuadro. La alegría y la excitación apestan en este cuadro, como, de hecho, en muchas otras obras del artista.

Durante mucho tiempo los críticos se negaron a comparar este lienzo con el gran "Iván el Terrible" y "Los cosacos". Dijeron que el tema era demasiado frívolo y que esos absurdos experimentos impresionistas eran inapropiados a esa edad. Y cuando vieron que el estudiante resultó ser también un "blanqueador", es decir, un hombre rico y completamente indiferente a la política, se pusieron absolutamente furiosos. Afortunadamente, no todos los amantes del arte tenían esta opinión.

Los más astutos se dieron cuenta de que lo importante no es la escena en sí, sino el sentimiento que expresa. Recordemos que el cuadro fue pintado en 1903, poco antes de la Primera Revolución. ¿Podría ser que el artista retratara intuitivamente una premonición de un inminente malestar en los elementos? Y aunque, como ha demostrado la historia, no todo fue tan fino y despejado, Repin en la imagen de un estudiante de gimnasio expresaba la confianza en la gente y en la vida misma.

En cuanto a la apelación al impresionismo, en el caso de este cuadro su estética sólo contribuyó al mayor realismo de la escritura de Repin. La representación precisa de la marea esmeralda, digna del pintor marino Aivazovsky, y la reproducción detallada de las emociones de la joven pareja crean un efecto de realismo inimitable.