Portrait of Countess Julia Samoilova, moving away from the ball with the stepdaughter Amatsiliey Pachchini. Karl Pavlovich Bryullov (1799-1852)

Descripción del cuadro de Karl Bryullov "Retrato de la condesa Samoilova".

Karl Bryullov era hijo de un escultor y mostró su talento para el dibujo a una edad temprana. Fue un seguidor del Romanticismo, pero a diferencia del Romanticismo occidental, en el que triunfan la armonía, la belleza y una actitud positiva ante el mundo, el posterior Romanticismo ruso se caracterizó por sus entonaciones trágicas y un sentido general de la naturaleza trágica de la vida. El Romanticismo ruso también se caracteriza por el interés por los sentimientos y las emociones fuertes, que se manifiestan en picos y situaciones. En este caso es inevitable el dramatismo en la descripción de temas insólitos. El artista combinó con éxito todas estas señas de identidad del género con los rostros clásicamente perfectos y la plástica de sus personajes. Además de grandes obras de género, Briullov realizó un gran número de retratos, tanto de personajes famosos de la cultura rusa como de sus conocidos y amigos. Además de pintar al óleo, también pintó con éxito en acuarela.

Yulia Pavlovna Samoilova era amiga íntima de Briullov; los rumores les atribuyen una relación amorosa. Independiente, educada e imprevisible, Julia Pavlovna tuvo muchos romances fugaces; no tenía dinero y llevó una vida verdaderamente brillante. Los amantes no se inmiscuyeron en la vida privada del otro y salían paralelamente con otras personas. Charles pintó a menudo a su novia, y no sólo en los retratos que llevan su nombre. Por ejemplo, su emblemático cuadro El último día de Pompeya representa a Julia en tres ocasiones: asustada, agarrada a sus dos hijas (las niñas adoptadas por Paccini), hundida en el suelo, lujosamente modelada, y con una jarra de arcilla junto al propio artista, salvando los objetos culturales de la lava abrasadora.

"Retrato de la condesa Samoilova" es una de las obras emblemáticas del artista, que en su día causó sensación en Italia, donde fue pintada. En el cuadro vemos a una brillante dama de sociedad, victoriosamente bella, orgullosa, vestida con un suntuoso traje de gala. Huyendo de los festejos, la bella se detiene un momento, despojándose de su máscara. Una cortina escarlata se interpone entre Samoilova y la sala de la que acaba de salir, como para separar y oponer a la heroína de la alta sociedad.

Las figuras de los invitados al baile se difuminan detrás como si estuvieran envueltas en el humo de los cigarrillos, parecen desvanecidas y sin importancia. La artista admira a la mujer valiente y libre que ha desafiado las restricciones de la sociedad y ha vivido a su antojo. El vestido de mascarada de Julia tiene reflejos brillantes, y la intensidad de los colores en el retrato se acerca a "El último día de Pompeya". La abundancia de rojo, en todos sus matices -desde el carmesí oscuro y el escarlata sangriento hasta el rosa tierno- es un rasgo característico del cuadro. El segundo color protagonista es el blanco; azulado en el suave satén del vestido y cálido, dorado, en la representación de la suavidad de la piel de armiño. La alumna de Samoilova, Amalia Paccini, se acurruca suavemente contra su madre adoptiva, está pensativa y un poco triste. Parece que lo que ocurre en el baile no ha gustado e incluso ha asustado ligeramente a la chica.