Maria Santi:
Mucho mejor que en el cine. Traductor traducir

«Ah, César Borgia es un encanto.» ¡¿Qué?! ¿Un hombre con cicatrices de sífilis en la cara que nunca amó a una mujer en su vida? Ah, sí. Has visto la serie de televisión. (O una película. O porno. El papa Alejandro IV Borgia está a la caza de alguien a quien envenenar, su hijo César es un matón romántico y su hija Lucrecia es una zorra que se acuesta con ambos.

Los Borgia fueron demonizados por ser españoles. Es decir, extranjeros. El poder omnímodo italiano también lo buscaba Julio II. También se escabullía y promocionaba a sus hijos ilegítimos. Además, durante su vida, todos los papas, sin excepción, fueron sometidos a relaciones públicas negras. Pero sólo las historias de los Borgia han sobrevivido hasta nuestros días. Suerte.

En el Renacimiento, el pueblo saqueaba la casa del cardenal elegido tras la elección. Por eso, tras haber sobornado a la mayoría de los electores del cónclave, Rodrigo Borgia sacó de antemano todo el dinero de la casa. Podría haberse pronunciado en contra de esta tradición. Pero, como la mayoría de los papas, siempre que pudo fingió seguir las reglas.

Veamos un fresco de Pinturicchio, el pintor favorito de Alejandro IV. En la imagen de Catalina de Alejandría, que había desafiado a los filósofos, el pintor pintó a la hija del pontífice. En el emperador todos reconocían a su hermano César. El propio Papa consideraba idílicas las relaciones en el seno de su familia. Su lema elegido para la composición – Pacis cultori – «Al que hizo la paz».

Cuando César apuñaló al criado – amante de Lucrecia (justo debajo de la capa de Alejandro IV, donde el pobre hombre se escondía con la esperanza de escapar), el niño nacido fue registrado como hijo del Papa (y más tarde de César) de una mujer libre. De ahí la leyenda de que Lucrecia tuvo un romance con ambos.

Por cierto, la famosa escena del papa y su hija viendo copular a los caballos tuvo lugar cuando Alejandro IV tenía más de 70 años. En aquella época ni siquiera tenía una favorita oficial. Y los intornets dicen que inmediatamente después del espectáculo, él y Lucrecia «se recluyeron e hicieron el amor».

La supuesta ramera babilónica Lucrecia Borgia fue en su día gobernadora de Spoleto (organizando en particular un cuerpo de gendarmería montada en la ciudad) y varias veces sustituyó a su padre – dirigiendo el Vaticano y los asuntos cotidianos de la iglesia. Cuando Cesare asesinó al segundo marido de Lucrezia, ésta firmó sus cartas durante meses: «La más infeliz de las mujeres».

El Papa estaba orgulloso de los éxitos seculares de su hija. Y temeroso de Cesare, que mató a su propio hermano por celos.

El tirano Cesare pensaba que estaba librando al país de tiranos. Los soldados franceses condenaron a César Borgia por obligar a su cautiva Catarina Sforza a cohabitar con él. El código caballeresco preveía el trato respetuoso a una dama. De igual condición social, por supuesto. No se aplicaba al resto.

El supuestamente imperturbable y férreo Cesare lloró la primera vez que lo llevaron a prisión. En el interrogatorio, se humilló maldiciendo a su difunto padre. Los teóricos del poder dicen que fue un astuto y calculado intento de engaño. Pero el depredador renacentista se vio privado del apoyo de un padre poderoso por primera vez en su vida. Y, por supuesto, confundido.

Los Borgia eran gobernantes y no pueden ser juzgados por las reglas de un rango social diferente. El Papa – el político, el hijo el asesino, la hija – la musa. El Papa estaba preocupado por su última amante, Giulia Farnese, y ésta le traicionó. Rodeado de lujo, Cesare no conoció la vida asentada. Lucrecia fue una madre amorosa, separada de sus dos hijos ilegítimos por las leyes morales de su época.

¿Pero a quién le importan las personas vivas cuando hay que sorprender al público?