¿Puedes creer la experiencia en el mercado del arte moderno? Traductor traducir

Un cuadro falso de Marc Chagall, propiedad de un empresario de Leeds y comprado por él por 100.000 libras en 1992, fue quemado públicamente el mes pasado, y la Galería de Arte de Estambul clausuró toda una exposición de Juan Miró en 2013 después de que un especialista comentara que algunas de las obras de la muestra eran falsas.

Desde las sonadas revelaciones de falsificaciones, los comités encabezados por descendientes de los artistas han brotado como setas después de la lluvia, pero según uno de los principales historiadores del arte británicos, los métodos utilizados en este caso por los científicos para autentificar las obras pueden considerarse una «vergüenza profesional».

Martin Kemp, catedrático emérito de Historia del Arte de la Universidad de Oxford y experto en la obra de Leonardo da Vinci, afirma que, para determinar la autenticidad, muchos se basan en «datos dudosos» y adoptan un enfoque espontáneo en este proceso crucial y muy delicado. Se declara alarmado por la facilidad con que se manipulan datos históricos, visuales y científicos para mejorar la reputación académica o para obtener un beneficio económico directo atribuyendo cuadros a falsificaciones.

«Están pasando muchas cosas, desde incompetencia académica hasta cosas realmente sucias», dijo Kemp. La manipulación del caso es posible gracias al «caótico» enfoque de la profesión. «La documentación, el análisis científico y el juicio a ojo se utilizan en función de objetivos oportunistas y de los medios de influencia de partes supuestamente desinteresadas».

Kemp añade: «La mayoría de los expertos tienden a ser muy selectivos y, aunque se mencionen otras pruebas, se suele seguir seleccionando algún núcleo de las pruebas aparentemente más seguras. Las pruebas menos corroboradas se dejan de lado. Así, casi nunca se examinan los distintos tipos de pruebas, su estatus y el efecto que tienen sobre los hechos básicos.»

Como erudito e historiador del arte, Martin Kemp empezó a darse cuenta de que la historia del arte moderna rara vez adopta un enfoque escrupuloso y sistemático de la autenticidad. Normalmente, la autentificación académica corre a cargo de particulares en detrimento de museos y galerías. Reconociendo que algunos de los expertos hacen un trabajo excelente, Kemp afirma: «Y, sin embargo, a menudo adoptan un enfoque superficial de las obras adquiridas, por ejemplo, a través de fuentes poco fiables. Acumulan toneladas de datos técnicos que no significan casi nada para un análisis serio. Por ejemplo, la datación de trabajos sobre la desintegración del carbono, que de hecho tiene muy poca utilidad.»

Kemp está alarmado por el hecho de que los propietarios de grandes empresas y galerías privadas se benefician enormemente, a sabiendas, de asignar a un determinado cuadro «la necesaria» autoría. Dichos «empresarios» suelen recabar opiniones de varios expertos durante años hasta que encuentran uno que confirma sus intereses. Después, la obra se vende a otro propietario, con un buen margen de beneficio.

«El dinero es la motivación», dice Kemp. La situación empeora por el hecho de que algunos científicos no se atreven a hablar, por miedo a las repercusiones legales. La Fundación Andy Warhol, por ejemplo, no autentifica su obra tras gastarse 7 millones de dólares en un litigio con el coleccionista Joe Simon-Whelan en 2011.

«Parte del problema es la formación profesional», dice Kemp. «En cualquier profesión, tienes que considerar todo tipo de pruebas diferentes. No se enseña en historia del arte, al menos yo nunca he visto que se enseñe al nivel adecuado.» Como resultado, la situación del mercado del arte a veces se parece «al salvaje oeste» con sus leyes elementales y sus consecuencias.

Anna Sidorova © Gallerix.ru